miércoles, 22 de junio de 2016

Sería mi destino

Autor: Antonio Cobos Ruz

A Rafi Castro

- Sería mi destino, señor juez…

Así comenzó a defenderse uno de los principales  acusados del primer juicio de la mañana cuando se abrió la vista y se inició el interrogatorio en los juzgados de la capital autonómica .
- Le juro que yo no he hecho nada malintencionadamente, - continuó el investigado - sino que las cosas me han venido así, sin comérmelo, ni bebérmelo. Debe ser mi destino – repitió y comenzó a desplegar su defensa -. La primera vez que me tocó la suerte fue cuando con el salario recién ‘cobrao’, decidí jugármelo entero a la lotería. Fue un impulso… – el acusado hacía un esfuerzo por recordar la palabra aprendida de memoria y que no terminaba de acudir a sus labios – un impulso irrefrenable, - dijo por fin, contento,– pero, es que no se me iba ese número de la cabeza. Y como ese mes habíamos ‘cobrao’ la paga extra, la suerte me favoreció el doble, sin esperármelo, una carambola, pues podría haber tenido ese … ímpetu lotero – manifestó feliz de no haber olvidado esas dos palabras - en un mes de cobro sencillo o en un sorteo menos cuantioso. Pero, a veces, no se entiende por qué ocurren las cosas. La verdad es que no sabía que hacer con tanto millón en la cuenta, y mire usted por donde, me entero que venden esos terrenos, los compro y a los pocos días me entero de que el ayuntamiento los había recalificado. Debe ser mi destino.
- ¿Conocía usted al señor alcalde? – le interrumpió el fiscal.
- De lejos, muy poco, señor letrado.
- Pero, ¿no es cierto que tuvo una entrevista con él, en el Ayuntamiento, unos días antes de la recalificación?
- ¡Ah, sí! Fui a arreglarle unos problemas a una tía mía. Algo sin mucha importancia, pero que a la pobre mujer la traía frita. Sí, sí, ahora que lo dice, …, sí, siií, le conocía. En los pueblos es que se conoce todo el mundo.

El interrogado se movía inquieto en su asiento mientras realizaba su declaración.
- ¿Y se acuerda del número del premio, ese que no se le iba de la cabeza?
- El del gordo, señoría, el del gordo, que ahora con los nervios no caigo, se me ha ido, pero yo me puedo enterar y si usted tiene interés en comprarlo, se puede preguntar, pero es muy difícil que salga otra vez… Claro, que en el bombo están todos los números.

El fiscal continuó con el interrogatorio.
- ¿Había mantenido usted entrevistas con el constructor encargado de la urbanización de las diez mil viviendas?¿Le conocía usted?
- Hombre, conocerle, conocerle, …, de vista sí. Es que, puf, conocer, lo que se dice conocer a una persona es muy difícil de afirmar. A lo mejor uno aparenta una cosa y luego es otra. Pero, vamos, yo le había visto. Incluso creo que había ‘hablao’ con él, me suena a mí.
- Mire, tenemos un testigo que asegura que usted recibió un dinero como testaferro por simular una compra de los terrenos, pero que el verdadero propietario era ya el constructor. ¿Qué tiene usted que manifestar sobre esto?
- Hombre, yo de eso que ha dicho usted, ‘testafierro,’ no he ‘trabajao’ nunca. Y si el propietario era ya el constructor, ¿para qué me iba a dar a mi un dinero? Eso…, eso no lo hace nadie con dos ‘deos’ de frente. Permítame que me ría, - dijo, aparentando estar más tranquilo, y tras haberle gustado su respuesta - aunque hay gente ‘pa tó’, pero, ¡hombre!...

- ¿Y no es cierto, - continuó el fiscal -  que el alcalde, el contratista y usted mismo, mantuvieron una entrevista en el bar ‘Las Copas’ del vecino pueblo de Cachorrillos?
- Pues ahora que lo dice, sí, …, se me había ‘olvidao’ decirlo. No sé quién se lo ha ‘podío’ contar. Pero, tenga usted ‘cuidao’ con la gente, que hay gente que enreda mucho las cosas. Y las envidias…, las envidias son muy malas en los pueblos. Pero, sí, sí, es cierto, nos encontramos de casualidad y nos tomamos unas cervezas…

El juicio continuó y se extendió a lo largo de toda la mañana, confesando varios imputados y diferentes testigos. Una vez que todas las partes expusieron sus declaraciones, manifestaron sus argumentos y presentaron sus pruebas, el señor juez se retiró a deliberar. Tras media hora de receso, el magistrado regresó a la sala y tomó asiento en el sillón principal del tribunal. Antes de leer el resultado de sus conclusiones, no pudo reprimirse el hacer un comentario aclaratorio al primer declarante de la mañana:
- Va usted a tener suerte. Tendrá comida y cama gratis durante quince años y un día. Debe ser su destino.

Tras ese no reprimido comentario, el señor juez con una amplia y bonachona sonrisa en los labios, procedió a presentar el contenido completo de su sentencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario