miércoles, 18 de mayo de 2016

El hombre del traje siempre sonríe

Autora: Carmen Sánchez Pasadas

El hombre del traje sonrió. Las circunstancias eran perfectas.
Primero despidió a los más jóvenes, no tenían cargas familiares que estorbaran a las conciencias y además, le salía muy barato. Los compañeros apesadumbrados, poco a poco se acostumbraron a las ausencias. Después, les convenció de que era necesario bajar sus sueldos. Todos aceptaron cobrar un salario escaso, antes que nada. Las protestas iniciales se diluyeron en murmullos y luego en silencios.
Posteriormente, el “mercado” requirió que trabajaran más horas por el mismo jornal.  Era peligroso que la empresa no creciera, sus puestos estaban amenazados. También contaba con el regusto amargo que aprisionaba la garganta de los trabajadores, se creían afortunados cuando recordaban a los compañeros despedidos.  Sin embargo, la impotencia se apoderaba de ellos.
El hombre del traje se congratula nuevamente. Una palabra suya es suficiente para que la autoridad le favorezca.
Ahora, basta con despedir a los veteranos. Ellos ya no encajan en la nueva política de la compañía. Los nuevos contratados, jóvenes, dedican toda su vida al trabajo, por muy poco.
El hombre del traje sonríe ampliamente. Todo lo que ha conseguido no es suficiente, quiere más.  Y se le ocurrirá una idea: ¿Una traición? No, sólo será un negocio mayor.
La empresa quebrará, el capital desaparecerá y una mancha de desgracias personales y familiares se extenderá por el país.

El hombre del traje sonreirá desde la distancia.

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