miércoles, 27 de abril de 2016

Ser o no ser

Autor: Antonio Cobos Ruz

Es difícil escribir sobre algo o alguien que no concibes. Quizás me resultaría más fácil ponerme en el lugar de un caballo, de un perro, o incluso de un árbol o de una hoja. Hasta podría hacerme pasar por una piedra de un camino o de una playa, pero colocarme en el papel de Dios, me resulta tarea imposible. Pienso que Dios es una idea y esa idea, por mucho que intentáramos ponernos de acuerdo los hombres y mujeres de las distintas sociedades y culturas planetarias, es diversa. Se ha transmitido de generación en generación y en cada lugar le han ido añadiendo o matizando características.

Yo puedo atribuirle las mejores cualidades humanas que conozco y puedo intentar ser lo más objetivo posible, pero soy consciente de que la idea de Dios que yo puedo proyectar es fruto de mi época y de mis circunstancias, tales como el lugar de mi nacimiento y residencia, los niveles de educación alcanzados, los ambientes en los que me he movido, las amistades que he desarrollado, los afectos que he recibido y he ofrecido… De todo ese batiburrillo y de mis propias reflexiones, que me llevan a creer que Dios es sólo una idea, puede surgir un texto que comenzase así: “Si yo fuera Dios…”

Si yo fuera Dios me comprendería a mi mismo. Posiblemente sabría de donde procedo y si, para no darle un mayor protagonismo a mi origen dijera que soy infinito, dudo de si entendería bien el término. Los humanos, es seguro que no lo entienden.

Si yo fuera Dios, probablemente me preguntaría por el papel que tendría que jugar, al menos, respecto a la existencia del cosmos y de la humanidad, y en general, tendría que plantearme mi relación con todo. Me habría de atribuir la creación del universo y de la vida. Y es posible, que también me asignara la responsabilidad de cuidarlo y mantenerlo.

Si esto fuera así, ya me empiezan a surgir inconvenientes. O no hago bien mi trabajo, o no tengo el poder de controlarlo todo y tendría que pedir ayuda. Pero, ¿a quién?, ¿a otros dioses?, con lo cual ya surgen problemas de jerarquía y por ende de compartimento del poder, ¿o a los hombres?, a los que puedo considerar de una categoría inferior, para no delegar en ellos. Pero, ya comienzan los problemas. Algún hombre puede pensar que una idea creada por él no puede estar por encima de él mismo. Algún otro hombre, o mujer, podría pensar que para solucionar los problemas cotidianos, ya se las apañan ellos mismos. Los dioses, puesto que las ideas no tienen vida propia y no pueden expresarse por sí mismas, necesitan intérpretes. Mal asunto, confiar en lo que sólo saben interpretar unos elegidos y no todo el mundo. Particularmente, yo preferiría la transparencia, clara y sencilla. ¿Por qué no voy a manifestarme de manera directa para que toda la humanidad me entienda?

Primera conclusión: Si yo fuera Dios, me presentaría de una manera evidente ante todo el mundo. No me aparecería ante unos escogidos para que actúen de mediadores. No, clarísimo que no. Eso puede dar lugar a muchísimos problemas.

Si todo el mundo me conociera directamente, sin tapujos, y  yo fuera poderoso, posiblemente me pedirían ayuda en caso de problemas. Y yo, que sería bueno y justo, les ayudaría a todos. No a unos sí y a otros no, como parece que ocurre en el mundo actual.

En plan paternal, ¿les indicaría lo que está bien y está mal? Si yo fuera Dios, creo que sí, que estaría pendiente de su comportamiento. Pero, también me surgen problemas. ¿Todos han de actuar de manera idéntica? ¿No es mejor dejarles algunos márgenes amplios de comportamiento? Siempre que se respeten unos a otros, eso sí. ¿Los dejaría pelearse? De ninguna manera. Al que se excediera lo pondría en su lugar.

Segunda conclusión: Si yo fuera Dios no admitiría las peleas entre los humanos. Por supuesto, no permitiría las guerras, ni que se provocaran la muerte unos a otros.

Si no me manifiesto de manera objetiva, transparente, sencilla y clara, si no evito los enfrentamientos entre los humanos, me preguntaría probablemente ‘¿para qué sirvo? ¿qué papel he de jugar?’ Pensaría que podría cuidar de su salud y controlar a la Naturaleza para que no sufrieran desastres naturales. Si miro al mundo, veo que existen muchos problemas sanitarios, enfermedades, sufrimientos, y también, desastres naturales.

Ante esa realidad, me plantearía la necesidad de mi existencia, y dudando de ella, pensaría si realmente tendría sentido existir o no.


No me gustan las adoraciones, las ofrendas, las jerarquías religiosas. Si fuera Dios no las permitiría, al menos, en lo relacionado conmigo. Si no me agrada todo eso y no sirvo para solucionar los problemas citados con anterioridad, y algunos otros, como las injusticias, las desigualdades extremas, la maldad en sus múltiples facetas, etc., etc., probablemente mi utilidad sería escasa. Ante ello, quizás desearía disiparme en el cosmos y dejar de existir. Quizás ya me he planteado esta opción y he tomado una decisión al respecto, luego probablemente, no existo.

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