Amarás a Dios
sobre todas las cosas.
¿Quién
es dios? ¿Dónde está? ¿Por qué habla tanta gente de él si no lo conocen? Si yo
fuera dios, lo primero que haría, sería dar una conferencia de prensa a nivel
mundial, me presentaría y explicaría quién soy y cómo gestiono mi existencia,
vuestra existencia y, a partir de ahí, que cada cual decida quererme o no.
No tomarás el
Nombre de Dios en vano.
¡No
en mi nombre! Ese sería mi lema y lo bordaría en letras grandes en todas mis
camisetas para que la gente pudiera leerlo y no olvidarlo jamás. Porque ya está bien utilizar mi fama y mi notoriedad
como excusa perfecta para matar, robar, engañar, subyugar…, nunca más
en mi nombre.
Santificarás
las fiestas.
Tumbado
en el sofá, debajo de una sombrilla, o tirado en lo alto de un risco
contemplando las nubes. Riendo, llorando, alegre, ofuscado… como te apetezca.
Honrarás a tu
padre y a tu madre.
Como
a cualquier otra persona que lo merezca y creas que debe ser tratado con
respeto.
No matarás.
Claro
que mataría y haría publicidad para que así se hiciera. En grandes vallas con
letras de colores brillantes invitaría a
todos a matar la violencia, el lujo, la
ambición, el racismo, la pobreza… si fuera dios mataría toda la imbecilidad, la
apatía, la indiferencia.
No cometerás
actos impuros.
¿Actos
impuros? ¿Se consideran actos impuros aquellos que van contra natura? Extraño
razonamiento. Si yo fuera dios dejaría que la pasión quedase anclada en el corazón, y cancelaría aranceles y
fronteras para que todos los labios pudieran ser besados y los cuerpos amados
sin limitaciones.
No robarás.
Y
los ladrones devolverían multiplicado por diez lo hurtado y luego les daría un
paseo por el planeta y les explicaría que, los campos, los bosques, el agua,
las playas… no son bienes privados sino que están ahí para ser disfrutados por
todos con mucha moderación y, sobre todo, con mucha inteligencia.
No dirás falsos
testimonios.
A
los mentirosos y a los que se dedican a destripar acerca de las miserias de los
demás les saldría protuberancias lechosas en la nariz y sus lenguas engordarían
tanto que no podrían blasfemar contra
nadie.
No consentirás
pensamientos ni deseos impuros.
Pensar,
desear, imaginar… ¡somos humanos, por dios!
No codiciarás
los bienes ajenos
Los
bienes ajenos son los públicos, los de todos, con los que se pagan hospitales,
escuelas,
servicios
sociales… así que si los codicias y, encima, te quedas con ellos, te
arrepentirás. Sufrirás todas las miserias, esas mismas de las que serás
responsable, multiplicadas por diez.
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