viernes, 22 de abril de 2016

Diez sugerencias

Autora: Elena Casanova Dengra
       
Amarás a Dios sobre todas las cosas.

¿Quién es dios? ¿Dónde está? ¿Por qué habla tanta gente de él si no lo conocen? Si yo fuera dios, lo primero que haría, sería dar una conferencia de prensa a nivel mundial, me presentaría y explicaría quién soy y cómo gestiono mi existencia, vuestra existencia y, a partir de ahí, que cada cual decida  quererme o no. 

No tomarás el Nombre de Dios en vano.

¡No en mi nombre! Ese sería mi lema y lo bordaría en letras grandes en todas mis camisetas para que la gente pudiera leerlo y no olvidarlo jamás. Porque ya  está bien utilizar mi fama y mi notoriedad como  excusa perfecta para  matar, robar, engañar, subyugar…, nunca más en mi nombre.

 Santificarás las fiestas.

Tumbado en el sofá, debajo de una sombrilla, o tirado en lo alto de un risco contemplando las nubes. Riendo, llorando, alegre, ofuscado… como te apetezca.

Honrarás a tu padre y a tu madre.

Como a cualquier otra persona que lo merezca y creas que debe ser tratado con respeto.

No matarás.

Claro que mataría y haría publicidad para que así se hiciera. En grandes vallas con letras de  colores brillantes invitaría a todos a matar la violencia,  el lujo, la ambición, el racismo, la pobreza… si fuera dios mataría toda la imbecilidad, la apatía, la indiferencia.

No cometerás actos impuros.

¿Actos impuros? ¿Se consideran actos impuros aquellos que van contra natura? Extraño razonamiento. Si yo fuera dios dejaría que la pasión quedase anclada  en el corazón, y cancelaría aranceles y fronteras para que todos los labios pudieran ser besados y los cuerpos amados sin limitaciones.

No robarás.

Y los ladrones devolverían multiplicado por diez lo hurtado y luego les daría un paseo por el planeta y les explicaría que, los campos, los bosques, el agua, las playas… no son bienes privados sino que están ahí para ser disfrutados por todos con mucha moderación y, sobre todo, con mucha inteligencia.

No dirás falsos testimonios.  
        
A los mentirosos y a los que se dedican a destripar acerca de las miserias de los demás les saldría protuberancias lechosas en la nariz y sus lenguas engordarían tanto que no podrían  blasfemar contra nadie.

No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Pensar, desear, imaginar… ¡somos humanos, por dios!

No codiciarás los bienes ajenos

Los bienes ajenos son los públicos, los de todos, con los que se pagan hospitales, escuelas,

servicios sociales… así que si los codicias y, encima, te quedas con ellos, te arrepentirás. Sufrirás todas las miserias, esas mismas de las que serás responsable, multiplicadas por diez. 

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