domingo, 31 de mayo de 2015

La pensionista que le tocó la lotería

Autora: Rafaela Castro

Mi nombre es Dolores y la verdad es que siempre hice honor a mi nombre.

Sí, mi vida fue eso, un cúmulo de penas, luchas y trabajo a destajo para sacar a mis hijos adelante.

Con 39 años me quedé viuda. Ya era madre de 5 hijos, el mayor tenía 15 años y por debajo estaban los demás, tres hembras y dos varones.

Mi marido antes de enfermar fue muy trabajador, estuvo unos años en el extranjero y cuando volvió trabajó en lo que pudo.

Por lo memos me encontré con vivienda propia. Mis hijos se hicieron mayores, formaron sus familias, compraron sus viviendas y tienen sus hipotecas las cuales van pagando.

Como las madres no dejamos de serlo nunca, yo comentaba que me haría ilusión si me tocase la lotería para poder ayudar a mis niños. Como todos los años compraba algunos numerillos para el sorteo de navidad, me senté delante del televisor con mis boletos en las manos. ¡No podía creer lo que estaba viendo! Salí premiada con el primer premio. Mi proyecto era ayudar a mis hijos y así lo hice.

Fue bastante dinero, aparte del que les di a ellos me quedé yo también  con un pellizquito. Estaban todos eufóricos, llenos de alegría. Lo que no he contado es que ellos eran unos hermanos muy unidos, solían reunirse muy a menudo, a veces me llevaban a mí también. ¡Cuánto disfrutaba yo viendo como hacían aquellas barbacoas! Cada uno ponía un poquito porque nadie tenía de sobra y así salía todo más económico. Mis nietos más que primos parecían hermanos, aunque de vez en cuando también se tiraban del pelo, pero al final todo era muy divertido, lo pasábamos muy bien.

Llegó el dinero y con él la discordia, cada pareja se iba haciendo más individuales y también sus respectivos hijos. Todos tenían un círculo de amistades, también iban a divertirse a sitios distintos. Se veían poco, se estaban distanciando y había algún que otro pique entre ello. También llegaron a pesar que yo había beneficiado a unos más que a otros.

 Me encontré sola, cada día salía con mis amigas, pero no era lo mismo porque los hijos son los hijos. Cuando me puse a pensar en mi situación, sentí como se me atenazaran la garganta, me ahogaba, no podía respirar.

Nadie llamó al médico de urgencias, no me pasó absolutamente nada, porque esto es un sueño desperté a mi realidad, yo quise ser millonaria y no lo pude lograr, ¡ay, qué alivio, menos mal! Aquel día, antes de desayunar llamé a mi hija mayor:

     - Mira niña habla con tus hermanos y les dices que esta semana invito yo a todos.

     - Mamá ¿qué celebras?

     - Celebro que seguimos siendo pobres.

La hija de Dolores no pudo evitar pensar que si su madre fuese una extraña diría que estaba loca de atar.

No se puede generalizar pero esto es la pobreza, es decir, ser pobre es algo que a todos nos puede pasar igual que ser ricos. Las personas podemos dar un cambio radical en nuestras vidas, hacernos ricos o pobres, es algo que puede ser imprevisto, yo siempre  opiné que lo mejor es el término medio, si eres muy rico puedes caer la ruina, vivir solo para el dinero y llegar a perder los escrúpulos. Si eres pobre puedes caer en la miseria y arrastrar a los tuyos, es decir, a los que más quieres contigo.

En fin este es un tema que da para mucho y que tenía que hacernos recapacitar a todos.

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