jueves, 30 de abril de 2015

Una nueva primavera

Autora: Rafaela Castro

Era un pleno mes  de mayo, por lo tanto primavera, cuando se iban a llevar a cabo aquellos acontecimientos, los cuales no dejaban dormir tranquila a Clara la protagonista de esta historia.

Sí, yo soy Clara según mis progenitores siempre me contaron y  mi DNI lo confirma, nací a últimos del mes de abril.

Mis días y mis noches se desarrollaban sin muchos sobresaltos, con cariño y con bastantes comodidades en una familia de clase más alta. Fui niña única hasta los seis años después nacieron mis dos hermanos, Álvaro y José. Mi vida pudo cambiar aquel día en el que estaba merendando junto a ellos.

En casa siempre hubo servicio, pero como yo era muy autosuficiente y lo sigo siendo, en vez de pedir el azúcar que nos faltó yo misma me dirigí a por ella. Tanto la cocinera como la tata no se dieron cuenta de mi presencia y no pude evitar oír la siguiente conversación:

    - MARÍA: tú sabes Amalia las habladurías que hubo en este pueblo cuando la niña nació, yo no lo recuerdo pero mi madre me lo contó...

    - AMALIA: dime María ¿qué versión es esa?

   - MARÍA: por lo que a mí me contaron fue que los señores llevaban ya unos años casados y no tenían descendencia dicen que se fueron un tiempo de viaje y que cuando regresaron volvieron con la niña después de este parto ente comillas. Se ve que la señora se sometió a un tratamiento y tuvo los dos niños. El dinero y las influencias pueden hacer milagros, ya sabes Amalia, esto es lo que siempre funcionó. 
                                                                                 
Vi que cuando ellas observaron mi presencia se quedaron calladas. Yo tenía entonces unos trece años, estaba en la puerta de la adolescencia y no reparé en que podía ser yo de la cual estaban hablando.

Mi vida continuó con mis estudios, tuve mis novietes. Cuando ya tenía una edad determinada me enamoré de mi pareja actual, los dos nos casamos con mucha ilusión tuve dos hijos, niño y niña, los cuales hoy son adolescentes.

Un día que estaba en casa  con mis hijos viendo la televisión, salió un reportaje hablando del tráfico de niños en España. Tuve un escalofrío y no pude evitar recordar aquella conversación que escuche de las tatas.

Até cabos, hice preguntas, comparé y observé los parecidos físicos y de caracteres que podía tener con aquella familia que hasta entonces había creído que era mía.

Después de hablar con ellos, alguna lágrima y algún que otro reproche, reconozco que los quiero porque siempre me sentí querida por ellos. He querido averiguar cómo se llevaron a cabo los acontecimientos de mi adopción y no he querido hacer más sangre.

Tengo una cita con la que puede ser mi familia biológica, por todas las indagaciones que he llevado a cabo parece ser que lo confirma.

Nací en primavera y da la casualidad que ahora también lo es, pudo pasar esta historia en cualquier estación del año, pero no, ha sido ahora en pleno mes de mayo.


Aquí estoy, me encuentro con mis miedos mi ansiedad, mis ganas de conocer mis raíces. Miro mi maleta, intento relajarme, mi partida se aproxima. No dejo de preguntarme cómo será esta nueva etapa que me espera, ojalá sea siempre como una eterna primavera. 

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