María del Mar Fernándes Alvarado se
dirigió tranquilamente hacia el estrado tras escuchar su nombre, pronunciado
con un fuerte acento inglés, por los altavoces de la sala. No llevaba papeles
en la mano. Lo que tenía que decir lo tenía escrito de una manera limpia y
clara en su mente. La candidata precedente, la apoyada por el sector liderado por
China, había leído más que contado, los planes que llevaría adelante de ser ella
la elegida. Dos mujeres y un hombre se ofrecían como candidatos para la
Secretaría General de las Naciones Unidas.
La representante latinoamericana, era la
menos apoyada de los tres aspirantes y sus posibilidades de alzarse con el
puesto eran las más reducidas. La mayoría de los votos ya estaban pactados de
antemano y los desvíos de los acuerdos cerrados con antelación serían mínimos.
María del Mar agarró con ambas manos los bordes laterales del atril que tenía
delante y enfocó su vista a un punto medio de la sala de la Asamblea General.
Comenzó su discurso con voz firme y tranquila:
“Buenos tardes. Me presento como
candidata a la Secretaría de la Asamblea de la Organización de la Naciones
Unidas con un objetivo básico: dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Estoy
segura que los otros dos candidatos que se presentan para el mismo puesto
quieren también lo mejor para el planeta. Ustedes, los representantes de la
Naciones, tienen en sus manos elegir a la persona que de forma más idónea nos pueda
conducir a la consecución de esa meta. Para ello, plenamente consciente de la
responsabilidad que contraigo cuando me presento a ocupar un puesto de rango
planetario, me comprometo totalmente con el plan que les propongo llevar
adelante y que queda reducido a tres principios básicos.
El primero consiste en la eliminación
total de las guerras del planeta. Para ello, se constituirá un ejercito mundial
plurinacional, con el diez por ciento de las fuerzas militares de los países
miembros y que actualmente constituyen los ejércitos nacionales. Dicho ejército
actuará interponiéndose en todos los conflictos que aparezcan en nuestro orbe e
impondrán por la fuerza, si es necesario, la solución del problema por vía
diplomática. Si necesario se hiciera, los estados pertenecientes a la Organización
mundial de las Naciones Unidas añadirían otro diez por ciento adicional al
conjunto de tropas iniciales. Si algún estado, sintiéndose autónomamente
fuerte, no quiere participar en este ejército plurinacional y solidario, no
debe votarme. Si algún país, gran productor de armas de guerra a nivel mundial antepone
sus intereses económicos a una paz duradera y generalizada en nuestro mundo, no
debe votarme, hay otros candidatos.
El segundo principio básico para la
renovación de la Organización de la Naciones Unidas es la eliminación de la
corrupción, al menos en lo que respecta a la vida pública. Toda persona que se
dedique a la política debe ser sospechoso de corrupción, al menos durante unos
años. ¿Cuántos políticos existen que son marionetas bien pagadas al servicio de
la corrupción? ¿Cuántos personas acceden a la política para aprovecharse a
nivel personal, familiar o de sus círculos de amistades, del trabajo y el
sacrificio de miles, de millones de ciudadanos y habitantes del planeta? Para
ello, habrá un seguimiento exhaustivo y transparente de las entrevistas y
relaciones mantenidas por los representantes políticos y se estudiará a dónde
van a parar los beneficios de las decisiones adoptadas por los políticos de los
diversos estados miembros. El objetivo de una nueva política es beneficiar las
condiciones de vida de la mayoría de la población, no aumentar los beneficios
de los grandes sectores financieros. Los estados que prefieran subordinar la
vida de sus ciudadanos a los intereses de las grandes corporaciones
internacionales o a las propias oligarquías nacionales, no deben de votarme.
El tercer y último principio de la
Organización de las Naciones Unidas que yo me propongo encabezar, es el
principio de la solidaridad. La población de nuestro mundo debe tener unas
condiciones de vida parecidas, todas ellas dignas. Si soy la Secretaria de esta
organización, pediré a las naciones más ricas que mantengan sus actuales
niveles de riqueza y que el esfuerzo inversor y productivo se dirija hacia los
países con un menor nivel de desarrollo. No se hacen milagros de la noche a la
mañana, pero sí se puede confluir hacia un estado similar de bienestar para
toda la población mundial, con planes a medio y a largo plazo. De nuevo, los
estados que quieran desarrollarse sin límites dentro de sus fronteras y prefieran
olvidarse de los que no pueden hacerlo a pesar de estar fuertemente endeudados
o quizás precisamente por estarlo, no deben votarme, tienen otros candidatos.
Si salgo elegida Secretaria de la ONU,
será porque una mayoría de países compartirán los mismos tres principios
básicos que propongo que han de regir nuestra organización. Si así fuera,
habría que revisar el funcionamiento no plenamente democrático del Consejo de
Seguridad y tendríamos que distribuir el peso y el poder de los votos de la
Asamblea de otra manera más acorde con la población de los países miembros, con
la finalidad de hacer una organización más democrática. Los vencedores de la II
Guerra Mundial ya ha tenido su tiempo de predominio. Y así, tendremos que ir
mejorando, aspecto tras aspecto, esta Nueva Unión de Naciones que será la
Organización de la Naciones Unidas.
Sin engañar a nadie, con transparencia,
con la misma buena voluntad y capacidad que los otros dos candidatos al puesto,
pero con otros horizontes, espero vuestros votos”.
Tras los aplausos de rigor y tras oír su
nombre por los altavoces el representante de los Estados Unidos de América subió
al estrado y dijo:
“Las ilusiones se desvanecen en el aire y
las que sirven son las realidades ¿Qué realidad puede ofrecer una persona que
se llama María del Mar y es procedente de un país que no toca océano o mar
alguno?”…
A continuación, el candidato
norteamericano siguió hablando de la candidata asiática y también ridiculizó
sus planteamientos programáticos antes de pasar a exponer los suyos, que eran
un conjunto de medidas teórico-prácticas para seguir haciendo lo mismo que se
venía haciendo hasta ahora.
Tras la intervención del tercer y último
candidato se procedería a la votación. María del Mar estaba algo nerviosa. En
unos segundos se sabrían los resultados…
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