miércoles, 22 de abril de 2015

Un nuevo orden mundial

Autor: Antonio Cobos


María del Mar Fernándes Alvarado se dirigió tranquilamente hacia el estrado tras escuchar su nombre, pronunciado con un fuerte acento inglés, por los altavoces de la sala. No llevaba papeles en la mano. Lo que tenía que decir lo tenía escrito de una manera limpia y clara en su mente. La candidata precedente, la apoyada por el sector liderado por China, había leído más que contado, los planes que llevaría adelante de ser ella la elegida. Dos mujeres y un hombre se ofrecían como candidatos para la Secretaría General de las Naciones Unidas.

La representante latinoamericana, era la menos apoyada de los tres aspirantes y sus posibilidades de alzarse con el puesto eran las más reducidas. La mayoría de los votos ya estaban pactados de antemano y los desvíos de los acuerdos cerrados con antelación serían mínimos. María del Mar agarró con ambas manos los bordes laterales del atril que tenía delante y enfocó su vista a un punto medio de la sala de la Asamblea General. Comenzó su discurso con voz firme y tranquila:

“Buenos tardes. Me presento como candidata a la Secretaría de la Asamblea de la Organización de la Naciones Unidas con un objetivo básico: dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Estoy segura que los otros dos candidatos que se presentan para el mismo puesto quieren también lo mejor para el planeta. Ustedes, los representantes de la Naciones, tienen en sus manos elegir a la persona que de forma más idónea nos pueda conducir a la consecución de esa meta. Para ello, plenamente consciente de la responsabilidad que contraigo cuando me presento a ocupar un puesto de rango planetario, me comprometo totalmente con el plan que les propongo llevar adelante y que queda reducido a tres principios básicos.

El primero consiste en la eliminación total de las guerras del planeta. Para ello, se constituirá un ejercito mundial plurinacional, con el diez por ciento de las fuerzas militares de los países miembros y que actualmente constituyen los ejércitos nacionales. Dicho ejército actuará interponiéndose en todos los conflictos que aparezcan en nuestro orbe e impondrán por la fuerza, si es necesario, la solución del problema por vía diplomática. Si necesario se hiciera, los estados pertenecientes a la Organización mundial de las Naciones Unidas añadirían otro diez por ciento adicional al conjunto de tropas iniciales. Si algún estado, sintiéndose autónomamente fuerte, no quiere participar en este ejército plurinacional y solidario, no debe votarme. Si algún país, gran productor de armas de guerra a nivel mundial antepone sus intereses económicos a una paz duradera y generalizada en nuestro mundo, no debe votarme, hay otros candidatos.

El segundo principio básico para la renovación de la Organización de la Naciones Unidas es la eliminación de la corrupción, al menos en lo que respecta a la vida pública. Toda persona que se dedique a la política debe ser sospechoso de corrupción, al menos durante unos años. ¿Cuántos políticos existen que son marionetas bien pagadas al servicio de la corrupción? ¿Cuántos personas acceden a la política para aprovecharse a nivel personal, familiar o de sus círculos de amistades, del trabajo y el sacrificio de miles, de millones de ciudadanos y habitantes del planeta? Para ello, habrá un seguimiento exhaustivo y transparente de las entrevistas y relaciones mantenidas por los representantes políticos y se estudiará a dónde van a parar los beneficios de las decisiones adoptadas por los políticos de los diversos estados miembros. El objetivo de una nueva política es beneficiar las condiciones de vida de la mayoría de la población, no aumentar los beneficios de los grandes sectores financieros. Los estados que prefieran subordinar la vida de sus ciudadanos a los intereses de las grandes corporaciones internacionales o a las propias oligarquías nacionales, no deben de votarme.

El tercer y último principio de la Organización de las Naciones Unidas que yo me propongo encabezar, es el principio de la solidaridad. La población de nuestro mundo debe tener unas condiciones de vida parecidas, todas ellas dignas. Si soy la Secretaria de esta organización, pediré a las naciones más ricas que mantengan sus actuales niveles de riqueza y que el esfuerzo inversor y productivo se dirija hacia los países con un menor nivel de desarrollo. No se hacen milagros de la noche a la mañana, pero sí se puede confluir hacia un estado similar de bienestar para toda la población mundial, con planes a medio y a largo plazo. De nuevo, los estados que quieran desarrollarse sin límites dentro de sus fronteras y prefieran olvidarse de los que no pueden hacerlo a pesar de estar fuertemente endeudados o quizás precisamente por estarlo, no deben votarme, tienen otros candidatos.

Si salgo elegida Secretaria de la ONU, será porque una mayoría de países compartirán los mismos tres principios básicos que propongo que han de regir nuestra organización. Si así fuera, habría que revisar el funcionamiento no plenamente democrático del Consejo de Seguridad y tendríamos que distribuir el peso y el poder de los votos de la Asamblea de otra manera más acorde con la población de los países miembros, con la finalidad de hacer una organización más democrática. Los vencedores de la II Guerra Mundial ya ha tenido su tiempo de predominio. Y así, tendremos que ir mejorando, aspecto tras aspecto, esta Nueva Unión de Naciones que será la Organización de la Naciones Unidas.

Sin engañar a nadie, con transparencia, con la misma buena voluntad y capacidad que los otros dos candidatos al puesto, pero con otros horizontes, espero vuestros votos”.

Tras los aplausos de rigor y tras oír su nombre por los altavoces el representante de los Estados Unidos de América subió al estrado y dijo:
“Las ilusiones se desvanecen en el aire y las que sirven son las realidades ¿Qué realidad puede ofrecer una persona que se llama María del Mar y es procedente de un país que no toca océano o mar alguno?”…

A continuación, el candidato norteamericano siguió hablando de la candidata asiática y también ridiculizó sus planteamientos programáticos antes de pasar a exponer los suyos, que eran un conjunto de medidas teórico-prácticas para seguir haciendo lo mismo que se venía haciendo hasta ahora.

Tras la intervención del tercer y último candidato se procedería a la votación. María del Mar estaba algo nerviosa. En unos segundos se sabrían los resultados…


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