jueves, 30 de abril de 2015

Candidatos

Autora: Pilar Sanjuán


 I.-  La forja de una candidata de derechas.
   Patricia, seguida de sus incondicionales, subió al estrado que ocupaba el centro del estadio y levantó los brazos. La multitud que lo llenaba hasta la bandera la aclamó, puesta en pie, con grandes gritos de ¡¡PRESIDENTA-PRESIDENTA!! y aplaudiendo sin parar. Ella cerró los ojos para oír con más nitidez aquel clamor ¡Había soñado tanto con aquel momento! Hizo rápidamente un recuento de lo que le había supuesto llegar hasta allí. Por el camino habían quedado algunos “cadáveres”; nada que le quitara el sueño; daños “colaterales” que eran difíciles de evitar: Recordó la traición a su mejor amiga a la que le había quitado el novio, politólogo, para que le ayudase en los avatares de lo que era la política; luego lo dejó tirado. Se enteró de que su amiga había cogido una gran depresión, ¿qué culpa tenía ella -Patricia- de que su amiga fuera tan blanda? Pensó también, sin asomo de remordimiento, en el cabeza de lista de uno de los partidos que le hacían sombra. Fueron amigos cuando ambos entraron en política y él, fiado de la amistad que les unía, le contó ciertas irregularidades cometidas a lo largo de su andadura como aspirante a encabezar su partido. Patricia filtró a la prensa esas irregularidades y él tuvo que abandonar; su formación se hundió. Un contrincante menos, se dijo Patricia con satisfacción.
   Ella tampoco tenía una trayectoria limpia, pero nadie se iba a enterar. Para financiar la campaña, había pedido ayuda a dos poderosos amigos de su padre, del Opus Dei como él, que tenían contactos con empresarios importantes; estos dieron el dinero. Ella sabría recompensarlos. A los amigos de su padre les reservaría los dos mejores Ministerios.
   Ahora encabezaba el partido más votado, ¿cuál  de ellos hubiera llenado el estadio como aparecía ante sus ojos? De las cuatro restantes formaciones, tres eran minoritarias, y a la cuarta, de izquierdas y bastante reciente, las encuestas le daban un resultado claramente por debajo del suyo.
   Acabados los discursos, muy aplaudidos, Patricia se fue a descansar. Era viernes, y el domingo se celebraban las elecciones. Quería estar en plena forma. Pensaba para ello hacer en su casa un rato de yoga.
   El domingo, después de votar, se encerró con sus colaboradores en la sede del partido. Hicieron acopio de botellas de champán y bocadillos y esperaron con alborozo el recuento, una vez cerrados los colegios electorales.
   Desde que comenzaron los primeros resultados, su partido iba en cabeza muy destacado, así siguió con el 40 %, el 50 % y el 60 % de los votos escrutados. Era arrollador. Patricia y sus incondicionales, locos de entusiasmo y dando vivas al partido, descorcharon las botellas, impacientes por celebrar lo que se preveía.
   Cuando volvieron los ojos hacia el televisor, el jolgorio enmudeció: su partido había perdido votos y el izquierdista casi lo alcanzaba; los otros iban muy a la zaga. Con el 70 % de votos escrutados, los dos partidos estaban igualados y desde ese momento, el partido rival fue subiendo y superando al de Patricia en, 15, 18, 20 escaños. Al terminar el escrutinio, el partido de la izquierda superaba al otro en 25 escaños. Había conseguido la mayoría absoluta. El estupor y la decepción dejaron a Patricia sin habla.

II.- Candidatos/as a Eurovisión.
   Después de varias eliminatorias, quedaron dos candidatos: una chica y un chico. Ambos tenían buenas voces y buen estilo, aunque muy diferente: el Jurado lo iba a tener difícil.
   Salió la chica a “defender” (así se dice en el argot eurovisivo) su canción y lo hizo con mucho brío; la canción no era excepcional, pero ella tenía una gran voz y mejoró la calidad de dicha canción. Fue muy aplaudida así que se retiró con el convencimiento de que sería la triunfadora.
   Salió el chico y a ojos vistas se notaba que era tímido. Ni asomos de la seguridad y desenvoltura de la rival. Comenzó a cantar y fue de menos a más; tenía gusto, la canción era buena y la interpretó de forma impecable.
   El Jurado deliberó durante un buen rato. Salieron al escenario los dos intérpretes nerviosísimos. Un miembro del Jurado se puso en pie y después de mirar a los intérpretes y ponerlos aún más nerviosos, empezó a decir como siempre: ”los miembros de este Jurado (en ese momento, la chica hizo ademán de ir alzando los brazos) consideran finalista... y pronunció el nombre del chico. Ella se quedó como herida por un rayo. Sus brazos cayeron a lo largo del cuerpo y en vez de felicitar a su compañero, salió a toda prisa del escenario, refugiándose entre el público.
   El chico se echó las manos a la cabeza, enrojeció y pareció encogerse, abrumado. De pronto, se acercó al Jurado y habló un momento con ellos. Los componentes del Jurado hacían gestos de asombro y porfiaban con él sobre alguna cuestión que nadie entendía. Al fin, el chico se fue y ellos deliberaron un rato. El miembro que había leído la decisión a los finalistas, salió en busca de la chica que estaba toda llorosa entre el público y le dijo que por abandono de su rival, la finalista era ella; el chico les había dicho que no se sentía capaz de soportar todo lo que se le venía encima: entrevistas, viajes, actuaciones, y por fin EUROVISIÓN.




III.- Fórmula 1. Candidatos a Campeones del mundo. Circuito de Mónaco.
   Veinte participantes aspiran a ganar el Campeonato. Parten como favoritos el piloto italiano con un Ferrari y el francés con un McLaren.
   En los entrenamientos libres habían demostrado que estaban en plena forma y en el clasificatorio, el italiano consiguió el 1er puesto y el francés el 3º. Sus respectivas escuderías habían revisado los bólidos hasta la extenuación. Entre ellos había una gran rivalidad y apenas se hablaban. El piloto francés, por demás arrogante, no caía bien a nadie. Llevaba varios días alardeando de que era imbatible y le iba a arrebatar al italiano el título de Campeón que ahora ostentaba.
   Comenzó la carrera; 78 vueltas en un circuito lleno de dificultades. El piloto francés pronto ocupó el 2º puesto, detrás de su rival, que seguía en cabeza bastante destacado. El Ferrari volaba y los ímprobos esfuerzos del McLaren por alcanzarlo eran inútiles.
   Tras varias vueltas, el francés, en una maniobra peligrosa, caso rozó el coche del italiano, que pudo a duras penas esquivarlo. Los demás pilotos se percataron de la lucha abierta entre ambos contendientes.
   Hacia la mitad de carrera, el piloto francés logró colocarse a la altura del italiano y al intentar rebasarlo, le embistió por detrás y ambos coches saltaron por los aires cayendo uno junto al otro con las ruedas volando en todas direcciones, y las carrocerías destrozadas. Tres de los pilotos más próximos, sin tiempo para frenar, se empotraron también en aquel amasijo de hierros retorcidos, puertas arrancadas, humo, confusión y caos.
   Aunque heridos, cuatro pilotos salieron por su propio pie de sus coches; el 5º, el francés, necesitó de la ayuda de varios compañeros, porque estaba atrapado entre lo que quedaba de su McLaren; justo cuando éste comenzaba a arder, pudieron rescatarlo y todos se apartaron rápidamente.

   La carrera se suspendió  y al día siguiente, el parte médico decía: cuatro pilotos sufren heridas de diversa consideración pero su estado no es grave. El piloto francés presenta quemaduras en sus dos manos, de tal envergadura, que le impedirán volver a conducir ninguna clase de vehículo.


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