jueves, 30 de abril de 2015

Una nueva primavera

Autora: Rafaela Castro

Era un pleno mes  de mayo, por lo tanto primavera, cuando se iban a llevar a cabo aquellos acontecimientos, los cuales no dejaban dormir tranquila a Clara la protagonista de esta historia.

Sí, yo soy Clara según mis progenitores siempre me contaron y  mi DNI lo confirma, nací a últimos del mes de abril.

Mis días y mis noches se desarrollaban sin muchos sobresaltos, con cariño y con bastantes comodidades en una familia de clase más alta. Fui niña única hasta los seis años después nacieron mis dos hermanos, Álvaro y José. Mi vida pudo cambiar aquel día en el que estaba merendando junto a ellos.

En casa siempre hubo servicio, pero como yo era muy autosuficiente y lo sigo siendo, en vez de pedir el azúcar que nos faltó yo misma me dirigí a por ella. Tanto la cocinera como la tata no se dieron cuenta de mi presencia y no pude evitar oír la siguiente conversación:

    - MARÍA: tú sabes Amalia las habladurías que hubo en este pueblo cuando la niña nació, yo no lo recuerdo pero mi madre me lo contó...

    - AMALIA: dime María ¿qué versión es esa?

   - MARÍA: por lo que a mí me contaron fue que los señores llevaban ya unos años casados y no tenían descendencia dicen que se fueron un tiempo de viaje y que cuando regresaron volvieron con la niña después de este parto ente comillas. Se ve que la señora se sometió a un tratamiento y tuvo los dos niños. El dinero y las influencias pueden hacer milagros, ya sabes Amalia, esto es lo que siempre funcionó. 
                                                                                 
Vi que cuando ellas observaron mi presencia se quedaron calladas. Yo tenía entonces unos trece años, estaba en la puerta de la adolescencia y no reparé en que podía ser yo de la cual estaban hablando.

Mi vida continuó con mis estudios, tuve mis novietes. Cuando ya tenía una edad determinada me enamoré de mi pareja actual, los dos nos casamos con mucha ilusión tuve dos hijos, niño y niña, los cuales hoy son adolescentes.

Un día que estaba en casa  con mis hijos viendo la televisión, salió un reportaje hablando del tráfico de niños en España. Tuve un escalofrío y no pude evitar recordar aquella conversación que escuche de las tatas.

Até cabos, hice preguntas, comparé y observé los parecidos físicos y de caracteres que podía tener con aquella familia que hasta entonces había creído que era mía.

Después de hablar con ellos, alguna lágrima y algún que otro reproche, reconozco que los quiero porque siempre me sentí querida por ellos. He querido averiguar cómo se llevaron a cabo los acontecimientos de mi adopción y no he querido hacer más sangre.

Tengo una cita con la que puede ser mi familia biológica, por todas las indagaciones que he llevado a cabo parece ser que lo confirma.

Nací en primavera y da la casualidad que ahora también lo es, pudo pasar esta historia en cualquier estación del año, pero no, ha sido ahora en pleno mes de mayo.


Aquí estoy, me encuentro con mis miedos mi ansiedad, mis ganas de conocer mis raíces. Miro mi maleta, intento relajarme, mi partida se aproxima. No dejo de preguntarme cómo será esta nueva etapa que me espera, ojalá sea siempre como una eterna primavera. 

Candidatos

Autora: Pilar Sanjuán


 I.-  La forja de una candidata de derechas.
   Patricia, seguida de sus incondicionales, subió al estrado que ocupaba el centro del estadio y levantó los brazos. La multitud que lo llenaba hasta la bandera la aclamó, puesta en pie, con grandes gritos de ¡¡PRESIDENTA-PRESIDENTA!! y aplaudiendo sin parar. Ella cerró los ojos para oír con más nitidez aquel clamor ¡Había soñado tanto con aquel momento! Hizo rápidamente un recuento de lo que le había supuesto llegar hasta allí. Por el camino habían quedado algunos “cadáveres”; nada que le quitara el sueño; daños “colaterales” que eran difíciles de evitar: Recordó la traición a su mejor amiga a la que le había quitado el novio, politólogo, para que le ayudase en los avatares de lo que era la política; luego lo dejó tirado. Se enteró de que su amiga había cogido una gran depresión, ¿qué culpa tenía ella -Patricia- de que su amiga fuera tan blanda? Pensó también, sin asomo de remordimiento, en el cabeza de lista de uno de los partidos que le hacían sombra. Fueron amigos cuando ambos entraron en política y él, fiado de la amistad que les unía, le contó ciertas irregularidades cometidas a lo largo de su andadura como aspirante a encabezar su partido. Patricia filtró a la prensa esas irregularidades y él tuvo que abandonar; su formación se hundió. Un contrincante menos, se dijo Patricia con satisfacción.
   Ella tampoco tenía una trayectoria limpia, pero nadie se iba a enterar. Para financiar la campaña, había pedido ayuda a dos poderosos amigos de su padre, del Opus Dei como él, que tenían contactos con empresarios importantes; estos dieron el dinero. Ella sabría recompensarlos. A los amigos de su padre les reservaría los dos mejores Ministerios.
   Ahora encabezaba el partido más votado, ¿cuál  de ellos hubiera llenado el estadio como aparecía ante sus ojos? De las cuatro restantes formaciones, tres eran minoritarias, y a la cuarta, de izquierdas y bastante reciente, las encuestas le daban un resultado claramente por debajo del suyo.
   Acabados los discursos, muy aplaudidos, Patricia se fue a descansar. Era viernes, y el domingo se celebraban las elecciones. Quería estar en plena forma. Pensaba para ello hacer en su casa un rato de yoga.
   El domingo, después de votar, se encerró con sus colaboradores en la sede del partido. Hicieron acopio de botellas de champán y bocadillos y esperaron con alborozo el recuento, una vez cerrados los colegios electorales.
   Desde que comenzaron los primeros resultados, su partido iba en cabeza muy destacado, así siguió con el 40 %, el 50 % y el 60 % de los votos escrutados. Era arrollador. Patricia y sus incondicionales, locos de entusiasmo y dando vivas al partido, descorcharon las botellas, impacientes por celebrar lo que se preveía.
   Cuando volvieron los ojos hacia el televisor, el jolgorio enmudeció: su partido había perdido votos y el izquierdista casi lo alcanzaba; los otros iban muy a la zaga. Con el 70 % de votos escrutados, los dos partidos estaban igualados y desde ese momento, el partido rival fue subiendo y superando al de Patricia en, 15, 18, 20 escaños. Al terminar el escrutinio, el partido de la izquierda superaba al otro en 25 escaños. Había conseguido la mayoría absoluta. El estupor y la decepción dejaron a Patricia sin habla.

II.- Candidatos/as a Eurovisión.
   Después de varias eliminatorias, quedaron dos candidatos: una chica y un chico. Ambos tenían buenas voces y buen estilo, aunque muy diferente: el Jurado lo iba a tener difícil.
   Salió la chica a “defender” (así se dice en el argot eurovisivo) su canción y lo hizo con mucho brío; la canción no era excepcional, pero ella tenía una gran voz y mejoró la calidad de dicha canción. Fue muy aplaudida así que se retiró con el convencimiento de que sería la triunfadora.
   Salió el chico y a ojos vistas se notaba que era tímido. Ni asomos de la seguridad y desenvoltura de la rival. Comenzó a cantar y fue de menos a más; tenía gusto, la canción era buena y la interpretó de forma impecable.
   El Jurado deliberó durante un buen rato. Salieron al escenario los dos intérpretes nerviosísimos. Un miembro del Jurado se puso en pie y después de mirar a los intérpretes y ponerlos aún más nerviosos, empezó a decir como siempre: ”los miembros de este Jurado (en ese momento, la chica hizo ademán de ir alzando los brazos) consideran finalista... y pronunció el nombre del chico. Ella se quedó como herida por un rayo. Sus brazos cayeron a lo largo del cuerpo y en vez de felicitar a su compañero, salió a toda prisa del escenario, refugiándose entre el público.
   El chico se echó las manos a la cabeza, enrojeció y pareció encogerse, abrumado. De pronto, se acercó al Jurado y habló un momento con ellos. Los componentes del Jurado hacían gestos de asombro y porfiaban con él sobre alguna cuestión que nadie entendía. Al fin, el chico se fue y ellos deliberaron un rato. El miembro que había leído la decisión a los finalistas, salió en busca de la chica que estaba toda llorosa entre el público y le dijo que por abandono de su rival, la finalista era ella; el chico les había dicho que no se sentía capaz de soportar todo lo que se le venía encima: entrevistas, viajes, actuaciones, y por fin EUROVISIÓN.




III.- Fórmula 1. Candidatos a Campeones del mundo. Circuito de Mónaco.
   Veinte participantes aspiran a ganar el Campeonato. Parten como favoritos el piloto italiano con un Ferrari y el francés con un McLaren.
   En los entrenamientos libres habían demostrado que estaban en plena forma y en el clasificatorio, el italiano consiguió el 1er puesto y el francés el 3º. Sus respectivas escuderías habían revisado los bólidos hasta la extenuación. Entre ellos había una gran rivalidad y apenas se hablaban. El piloto francés, por demás arrogante, no caía bien a nadie. Llevaba varios días alardeando de que era imbatible y le iba a arrebatar al italiano el título de Campeón que ahora ostentaba.
   Comenzó la carrera; 78 vueltas en un circuito lleno de dificultades. El piloto francés pronto ocupó el 2º puesto, detrás de su rival, que seguía en cabeza bastante destacado. El Ferrari volaba y los ímprobos esfuerzos del McLaren por alcanzarlo eran inútiles.
   Tras varias vueltas, el francés, en una maniobra peligrosa, caso rozó el coche del italiano, que pudo a duras penas esquivarlo. Los demás pilotos se percataron de la lucha abierta entre ambos contendientes.
   Hacia la mitad de carrera, el piloto francés logró colocarse a la altura del italiano y al intentar rebasarlo, le embistió por detrás y ambos coches saltaron por los aires cayendo uno junto al otro con las ruedas volando en todas direcciones, y las carrocerías destrozadas. Tres de los pilotos más próximos, sin tiempo para frenar, se empotraron también en aquel amasijo de hierros retorcidos, puertas arrancadas, humo, confusión y caos.
   Aunque heridos, cuatro pilotos salieron por su propio pie de sus coches; el 5º, el francés, necesitó de la ayuda de varios compañeros, porque estaba atrapado entre lo que quedaba de su McLaren; justo cuando éste comenzaba a arder, pudieron rescatarlo y todos se apartaron rápidamente.

   La carrera se suspendió  y al día siguiente, el parte médico decía: cuatro pilotos sufren heridas de diversa consideración pero su estado no es grave. El piloto francés presenta quemaduras en sus dos manos, de tal envergadura, que le impedirán volver a conducir ninguna clase de vehículo.


miércoles, 29 de abril de 2015

El candidato

Autora: Elena Casanova


Cuando por fin entra en la habitación del hotel se quita los zapatos  de cualquier manera,  zapatos que él no ha elegido; el nudo de la corbata se le resiste pero finalmente lo afloja, tira de ella y la suelta encima de la cama,  corbata que él tampoco ha elegido; la chaqueta, la camisa y los pantalones terminan  en el suelo, ropa que alguien le compró pero no recuerda cuándo ni dónde. Así, desnudo, se sienta delante del espejo y pasa sus dedos por la  capa de maquillaje que le cubre la cara. Coge un algodón, derrama sobre él un líquido blanquecino y arrastra despacio la pintura ensuciando la superficie. Cuando termina se queda mirando a la persona que permanece enfrente y suspira al no reconocer al hombre que tiene al otro lado.

‘Ese no soy yo’, piensa. ‘Esa no es mi imagen, no es mi pelo, mis facciones se han vuelto más duras, ni siquiera queda nada de mis ideas, me han desposeído de ellas. Me dejo disfrazar todas las mañanas y me obligan a vivir, la mayor parte de mi tiempo, en un aciago y solitario hotel lejos de los que fueron mis amigos y lo poco que queda de mi familia’. Fijándose más detenidamente en quien tiene delante, estudia con detenimiento lo que queda de él pero sigue sin reconocerse. ¿Dónde quedó aquel idealista que iba a terminar con injusticias, corruptelas, mentiras, con el miedo…?¿Dónde quedó aquel joven entusiasta de aspecto un poco desaliñado que tanto gustaba charlar, debatir, hallar soluciones con la gente en una plaza, en un parque,  en la acera de cualquier esquina?  
         
Con todo ello cargó en un principio cuando la calle dejó de ser el escenario básico de su lucha, pero lentamente se fue acomodando  en los resortes oxidados de un sistema caduco, obsoleto al que solo a unos cuantos, demasiados pocos, les interesa mantener. Y ahora, como intermediario, no lo hace mal; todo lo contrario, se halla en la cúspide con una mayoría de seguidores que confían ciegamente en él. Cada vez que sale en pantalla, como ha hecho esta noche, medio país se ha paralizado pendiente de sus palabras,  hipnotizado por sus gestos, fascinado por su porte. El debate, en uno de los más importantes medios de comunicación audiovisual,  ha sido un éxito. Ha caído sobre su adversario como lo hace un ave rapaz sobre su víctima, inhabilitándolo con sus garras y  despedazándolo a continuación.

No desea seguir mirando a esa extraña figura, da media vuelta dejando el espejo a sus espaldas y se tumba en la cama cerrando los ojos. Está cansado, muy cansado, demasiado cansado pero, a pesar de la fatiga, no puede dormir. Sin abrir los ojos se imagina su otra vida, esa que ideó tantas veces con la que fue su pareja; una mujer luchadora, vitalista, optimista con la que convivió durante unos años e incluso llegaron a tener  un hijo, hasta que un día lo abandonó porque ella no entendía muy bien en qué se había convertido. Le duele la cabeza, es el agotamiento  y necesita urgentemente descansar porque mañana muy temprano debe estar preparado para  representar nuevamente el papel que ha estado ensayando durante años.  Saca de la mesita un bote con píldoras para dormir. Se echa una a la boca, dos, tres… se adormece hasta perder la conciencia. El sonido de su respiración va consumiéndose  conforme avanza la noche, mientras que, en la esquina de un escritorio, se suceden con una frecuencia más o menos regular, las intermitencias de la luz de un móvil. Son mensajes de compañeros de partido: “Enhorabuena por tu victoria” “Eres el mejor” “Contigo no puede nadie” “Lo has dejado K.O.” “Un líder, eso es lo que eres” y así  durante horas hasta que la batería termina agotándose.

 

Poteau (candidato de papel)

Autor: Antonio Pérez


Marie Robinson de 36 años de edad y de profesión política, era la responsable de la alcaldía de Banff, en la provincia de  Alberta, Canadá.

Con 5 años de experiencia en el partido Liberal de Canadá, accedió hace dos a la alcaldía de su ciudad natal.

Marie, capaz de sobrellevar su cargo y su familia, también tiene como obligado hobby el altruismo social para sus conciudadanos. Era tal la fama y el reconocimiento que tenía como política, que muy rápidamente fue promocionada dentro de su partido para puestos más relevantes, aunque ella seguía negándose a abandonar el puesto en la alcaldía al considerar que ese era el puesto más importante que podían tener los políticos por su cercanía al ciudadano y su inmediata acción sobre ellos.

El partido liberal había sufrido unos cuantos reversos por culpa del despotismo entre algunos de sus dirigentes y corruptivos candidatos obteniendo un retroceso en las elecciones y dejando al partido muy tocado.

A Marie la cual era ejemplo de Candidata ideal se le propuso ir de diputada para la provincia de Edmonton. Tuvo que aceptar dicho puesto por culpa de la presión de su partido, el cuál consiguió recuperar votantes gracias a Marie. Ella siguió ejerciendo esta vez frente al gobierno de Edmonton y muchas veces desobedeciendo a la dirección de su partido ya que era quién le marcaba las directrices del como tenía que ejercer su trabajo. Teniendo con sus principios tanto humanos y morales así como su profesionalidad en una discusión constante con su partido, querían anularla como candidata, aunque era su mejor candidata y quién más ingresos de votantes atraía.

La dirección ideó un plan para reducir su influencia tan negativa para estos déspotas, proponiéndola para ir en filas como primera ministra en las elecciones de la provincia de Edmonton, aunque su elección estaba predestinada a ser una candidata de papel o poteau.


Ella retiró su candidatura cuando irremediablemente descubrió que era solo un títere de esos déspotas de partido y fundó un partido democrático nacional, volviendo a la elección de la alcaldía de su Ciudad y luchando metafísicamente contra la misma política y contra los mismos malos hábitos de Candidatos corruptivos e inmorales.

miércoles, 22 de abril de 2015

Un nuevo orden mundial

Autor: Antonio Cobos


María del Mar Fernándes Alvarado se dirigió tranquilamente hacia el estrado tras escuchar su nombre, pronunciado con un fuerte acento inglés, por los altavoces de la sala. No llevaba papeles en la mano. Lo que tenía que decir lo tenía escrito de una manera limpia y clara en su mente. La candidata precedente, la apoyada por el sector liderado por China, había leído más que contado, los planes que llevaría adelante de ser ella la elegida. Dos mujeres y un hombre se ofrecían como candidatos para la Secretaría General de las Naciones Unidas.

La representante latinoamericana, era la menos apoyada de los tres aspirantes y sus posibilidades de alzarse con el puesto eran las más reducidas. La mayoría de los votos ya estaban pactados de antemano y los desvíos de los acuerdos cerrados con antelación serían mínimos. María del Mar agarró con ambas manos los bordes laterales del atril que tenía delante y enfocó su vista a un punto medio de la sala de la Asamblea General. Comenzó su discurso con voz firme y tranquila:

“Buenos tardes. Me presento como candidata a la Secretaría de la Asamblea de la Organización de la Naciones Unidas con un objetivo básico: dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Estoy segura que los otros dos candidatos que se presentan para el mismo puesto quieren también lo mejor para el planeta. Ustedes, los representantes de la Naciones, tienen en sus manos elegir a la persona que de forma más idónea nos pueda conducir a la consecución de esa meta. Para ello, plenamente consciente de la responsabilidad que contraigo cuando me presento a ocupar un puesto de rango planetario, me comprometo totalmente con el plan que les propongo llevar adelante y que queda reducido a tres principios básicos.

El primero consiste en la eliminación total de las guerras del planeta. Para ello, se constituirá un ejercito mundial plurinacional, con el diez por ciento de las fuerzas militares de los países miembros y que actualmente constituyen los ejércitos nacionales. Dicho ejército actuará interponiéndose en todos los conflictos que aparezcan en nuestro orbe e impondrán por la fuerza, si es necesario, la solución del problema por vía diplomática. Si necesario se hiciera, los estados pertenecientes a la Organización mundial de las Naciones Unidas añadirían otro diez por ciento adicional al conjunto de tropas iniciales. Si algún estado, sintiéndose autónomamente fuerte, no quiere participar en este ejército plurinacional y solidario, no debe votarme. Si algún país, gran productor de armas de guerra a nivel mundial antepone sus intereses económicos a una paz duradera y generalizada en nuestro mundo, no debe votarme, hay otros candidatos.

El segundo principio básico para la renovación de la Organización de la Naciones Unidas es la eliminación de la corrupción, al menos en lo que respecta a la vida pública. Toda persona que se dedique a la política debe ser sospechoso de corrupción, al menos durante unos años. ¿Cuántos políticos existen que son marionetas bien pagadas al servicio de la corrupción? ¿Cuántos personas acceden a la política para aprovecharse a nivel personal, familiar o de sus círculos de amistades, del trabajo y el sacrificio de miles, de millones de ciudadanos y habitantes del planeta? Para ello, habrá un seguimiento exhaustivo y transparente de las entrevistas y relaciones mantenidas por los representantes políticos y se estudiará a dónde van a parar los beneficios de las decisiones adoptadas por los políticos de los diversos estados miembros. El objetivo de una nueva política es beneficiar las condiciones de vida de la mayoría de la población, no aumentar los beneficios de los grandes sectores financieros. Los estados que prefieran subordinar la vida de sus ciudadanos a los intereses de las grandes corporaciones internacionales o a las propias oligarquías nacionales, no deben de votarme.

El tercer y último principio de la Organización de las Naciones Unidas que yo me propongo encabezar, es el principio de la solidaridad. La población de nuestro mundo debe tener unas condiciones de vida parecidas, todas ellas dignas. Si soy la Secretaria de esta organización, pediré a las naciones más ricas que mantengan sus actuales niveles de riqueza y que el esfuerzo inversor y productivo se dirija hacia los países con un menor nivel de desarrollo. No se hacen milagros de la noche a la mañana, pero sí se puede confluir hacia un estado similar de bienestar para toda la población mundial, con planes a medio y a largo plazo. De nuevo, los estados que quieran desarrollarse sin límites dentro de sus fronteras y prefieran olvidarse de los que no pueden hacerlo a pesar de estar fuertemente endeudados o quizás precisamente por estarlo, no deben votarme, tienen otros candidatos.

Si salgo elegida Secretaria de la ONU, será porque una mayoría de países compartirán los mismos tres principios básicos que propongo que han de regir nuestra organización. Si así fuera, habría que revisar el funcionamiento no plenamente democrático del Consejo de Seguridad y tendríamos que distribuir el peso y el poder de los votos de la Asamblea de otra manera más acorde con la población de los países miembros, con la finalidad de hacer una organización más democrática. Los vencedores de la II Guerra Mundial ya ha tenido su tiempo de predominio. Y así, tendremos que ir mejorando, aspecto tras aspecto, esta Nueva Unión de Naciones que será la Organización de la Naciones Unidas.

Sin engañar a nadie, con transparencia, con la misma buena voluntad y capacidad que los otros dos candidatos al puesto, pero con otros horizontes, espero vuestros votos”.

Tras los aplausos de rigor y tras oír su nombre por los altavoces el representante de los Estados Unidos de América subió al estrado y dijo:
“Las ilusiones se desvanecen en el aire y las que sirven son las realidades ¿Qué realidad puede ofrecer una persona que se llama María del Mar y es procedente de un país que no toca océano o mar alguno?”…

A continuación, el candidato norteamericano siguió hablando de la candidata asiática y también ridiculizó sus planteamientos programáticos antes de pasar a exponer los suyos, que eran un conjunto de medidas teórico-prácticas para seguir haciendo lo mismo que se venía haciendo hasta ahora.

Tras la intervención del tercer y último candidato se procedería a la votación. María del Mar estaba algo nerviosa. En unos segundos se sabrían los resultados…


La candidata

Autora: Cecilia Morales


A Beatriz le gustaba sentarse al final de la clase, o en una esquina. No quería  tener su cara expuesta fácilmente al paso de las miradas de los compañeros.

Era callada y retraída, trabajadora y estudiosa, pero no alardeaba de ello, al revés, casi nunca hablaba, ni respondía a las preguntas generales de los profesores, jamás levantaba  la mano para nada. Quizás por eso, por parecer o ser apocada, en ocasiones, era objeto del pitorreo por parte de algunos compañeros.

-A ver, la  sinlengua, ¿es que no sabes la respuesta tan lista como eres?-  le decía burlonamente a veces Héctor, un rubio sonriente y corpulento, que necesitaba llamar la atención, ante alguna  pregunta de los profes.

-Eh, doña hormiguita, hoy también habrás traído todos los deberes, ¿no?, preguntaba graciosilla Clara, la más redicha de la clase.

El profe les hacía ver a estos compañeros tan irrespetuosos lo perjudicial de su conducta, pero   todo quedaba ahí.  Además, a Beatriz  tampoco parecía importarle demasiado, nunca se lo tomaba a mal y, la mayoría de las veces, hacía acopio de fuerza y pasaba de ellos. Iba a lo suyo y en paz.

Los gemelos eran otra cosa. Con sus caras como toneles, ojos achinados y espaldas de gigantes; con  ese gesto agresivo y desafiante, sí le daban miedo. Fuera del instituto la habían retenido y amenazado alguna que otra vez, pero ella nunca los denunció, ni se quejó. Frente a ellos, su otro yo interior, más fuerte y animoso,  no era suficiente.

Beatriz también era una chica soñadora. En el rincón preferido de su cabeza siempre estaba tejiendo proyectos y aspiraciones que le permitían llevar una vida paralela y que sabía armonizar muy bien con su vida escolar, no siempre feliz.

Su último deseo era realmente difícil, inconcebible en una joven como ella, ni más ni menos que llegar a ser la delegada de clase. El solo pensar en ello, ya le producía una risa interior, un feliz desasosiego,  una tierna inquietud que cualquier contratiempo desaparecía inmediatamente de su cabeza.

La costumbre en su clase era, a su profe le gustaba, que con cierta frecuencia  se cambiara de persona delegada de clase. Decía que era importante que todos, aunque fuera por una sola vez, asumieran esa responsabilidad.  Y esto se estaba maquinando ahora en el rincón preferido de su cabeza.

Llegar a ser delegada de clase no era cuestión de sorteo, de orden alfabético ni de nada parecido. El profe convertía en candidatos a todos los que lo pretendieran y como tales, debían expresar en un breve documento varios propósitos con los que aspiraban a mejorar el ambiente  y el trabajo en la clase. ¡ Y, además, explicarlos!

Ya veía pasar por su cerebro, como si fuera la televisión, las imágenes con las miradas pícaras, las risas burlonas, los gestos provocadores de sus compañeros más fanfarrones. Pero para eso tenía su otra vida secreta, para hacer frente a lo que viniera. Y se dispuso a prepararlo todo.

Cuando tuvo elaborado el documento con sus pretensiones, se lo entregó a su profe, como estaba previsto.

Con este primer paso, ya estaba satisfecha, contenta, ya era candidata oficial. Ahora tenía que exponer  y defender sus deseos ante los compañeros, y se fue preparando. Durante dos días ensayó frente al espejo. Y se gustó.

La noche anterior a la defensa de su candidatura durmió mal, inquieta. Por la mañana, hizo un último ensayo ante el espejo y vio que estaba bien, pero, al terminar, la superficie reluciente del espejo le devolvió incomprensiblemente la imagen de los gemelos, con su sonrisa inquietante, malévola, perversa, y en ese instante, el espejo se hizo añicos.

Beatriz sintió terror y, espantada, se metió de nuevo en la cama.

A su madre le dijo que se sentía mal, que no había dormido, y no fue al instituto.


Algo empezaba a fallar en el rincón preferido de su cabeza.