Luisi había
pasado las largas horas de espera hasta que llegara la tan esperada visita,
dando los últimos retoques a las habitaciones, comprobando que todo estaba a
punto. Las camas vestidas con sábanas impecables y confortables edredones de auténticas
plumas, lo que se llama un nórdico en toda regla. El baño inmaculado y adornado
con el mejor juego de toallas que siempre guardaba para estas ocasiones.
Hacía
tiempo que no se había sentido tan fuerte y animada debido a la llamada de unos
familiares que volverían a encontrarse después de más de treinta años. Solían
comunicarse con largas conversaciones a través del teléfono pero la ilusión de
volver a verse en persona, estaba por encima de todo.
Su casa
estaba a las afueras de la ciudad, formando parte de una urbanización de casas
sencillas rodeadas de un hermoso jardín. En la parte de abajo había una gran
habitación que daba sentido al mayor confort de la casa ya que se componía de
cocina-comedor con despensa incluida, la cual ayudaba bastante a dar la
sensación de encontrarse cada cosa en su sitio. Los muebles como no podía ser
de otra forma, eran rústicos con cómodos sillones y sofás. También se
disfrutaba de la chimenea en los días más fríos. Era sin lugar a dudas el lugar
más acogedor de la casa.
Llegó el
día tan esperado. Había estado lloviendo casi toda la mañana aunque al llegar
la tarde el cielo se había despejado bastante el ambiente se notaba un poco
húmedo y frio que colaboraba a estar bien reguardados en el interior de la
casa. Antes de que cayera la noche, se oyó el coche que paraba en la puerta. El
corazón se le disparó al oír la insistencia del claxon que confirmaba que eran
ellos que por fin habían llegado a su destino
Luisi que
no podía andar de prisa debido a sus problemas de artrosis, en esta ocasión
llegó a la puerta en un segundo encontrándose con los cansados viajeros que
iban saliendo del impecable BMW que aunque disponía de todas las comodidades,
el viaje había sido muy largo y se les notaba el cansancio acumulado por tantos
kilómetros. Quien más le llamó la atención fue el aspecto que presentaba su
prima Marta que aunque se mantenía muy esbelta, su rostro sí que acusaba el
paso de los años.
Había
preparado una exquisita merienda cena para dar la bienvenida a su querida
familia.
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