Autora: Amalia Conde
La
noche es muy justiciera porque desde que se pone el sol ya estás haciendo
cuentas: Que son las “tantas” y el marido no ha llegado, y lo mismo con los
hijos... tú quisieras que desde que le ponen una
cortina negra al Sol tus hijos y tu marido ya estuvieran en
casa, como si la noche se dedicara a robar personas, cuando para lo malo, igual
que para lo bueno, la noche
es como el día,
y lo que tenemos que tener en cuenta es con quién está cada cual.
La noche para muchas
cosas es muy socorrida, por ejemplo, si tienes un novio del que estás muy
enamorada pero tus padres no lo quieren, por el motivo que sea, pues esperas a que llegue la noche, te escapas de casa para verte con él donde sabes te espera, y bajo la oscuridad os
contáis vuestras penas y alegrías.
Y si estáis en la playa, donde las estrellas por la noche crecen el doble de lo normal,
parecerá que estéis en el Paraíso y hasta se os olvidará que vuestros padres no están de
acuerdo con vuestros amoríos.
Creo que a muchas
personas les ha pasado lo de tener un mueble o alguna otra cosa que ya no sirve para nada más que para estorbar. En mi casa era una mecedora
que la pusieras en donde fuera estaba estorbando, pero no la podíamos tirar porque a mi abuela
le podía dar un ataque.
Una noche, después de
acostarse mi abuela, mi hermano y yo,
pensando que la noche nos ocultaba, pusimos
la mecedora en la puerta de
la calle, junto a la basura.
Cuando mi abuela se
despertó a media noche formó tal llantera al no encontrar su hamaca que tuvimos que ir de nuevo a traérsela… De nada sirvió esperar la noche, velar,
ocultarnos del Alba.
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