jueves, 18 de diciembre de 2014

Hediondo ponto

Autor: Antonio Pérez


El mar de mi corazón dulce,

a un salado horizonte eterno

que viste de espuma blanca y de un rojo inmenso.

 

Blanca como la paloma,

en un salado desierto

allí casi sin ropa te hice mía sin freno.

 

Morena de terciopelo,

una muñeca de cera

juntos nos derretimos en lascivos sueños.

 

Allí mi eterna mariposa sin alas,

en la playa de tu eterno recuerdo,

donde pétalo a pétalo nos deshojamos con fuego.

 

Tú mi malvada veleta, esa que cambias con cualquiera,

Tú mi fulana, que con sallo y alpargatas,

en la oscura noche de mí te escapas.

 

Y tras ese horizonte entre olas de delirios y espuma desapareciste,

tras esa tormenta que quitó el desaire de creerme un artista,

tras ese ciclón que removió y se llevó todo mi corazón.

 

Tras los albores y ocasos, padezco la pétrea,

de estar tanto esperando que el mar te devuelva,

aquí pazo estatua mirando el horizonte de tu alma.

 

Marinero de piscinas, te alejas en marismas,

perdido de recuerdos, fallece la esperanza,

mirando el horizonte entre espuma negra me extinguí.

 

Y despertando de ese deleznable sueño,

ahogárame en el hediondo ponto.


 

 

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