La
espera
Natalia se despertó
sobresaltada: las tres menos cuarto. Su marido estaba al llegar. Telefoneó
desde el aeropuerto: “Llegaré a las tres; no me esperes despierta”. Se abrigó y
salió a la terraza; aquella primavera era fría. ¡Qué oscuridad! Las farolas
estaban apagadas. De pronto, se abrió la puerta del chalé de la nueva vecina,
frente al suyo, y su figura se recortó nítida en el rectángulo de luz; miró a
un lado y a otro y se apartó para dejar paso a un hombre que, después de
besarla, se dirigió rápido y sigiloso al chalé de Natalia.
Prisa
trágica
El camino, a lo largo
del páramo, era interminable, polvoriento, sin un árbol, sin una sombra. La
primavera, en aquellas latitudes, era asfixiante. El hombre caminaba
fatigosamente un poco inclinado hacia delante, pero a paso rápido. Su corazón
estaba al límite, pero tenía que llegar antes de la puesta de sol. Se detuvo,
respiró hondo y cayó fulminado. En ese momento, el sol tocaba el horizonte.
Sorpresa
La anciana contempló
sus plantas: la primavera las había cubierto de flores multicolores. Llamaron a
la puerta; se levantó con trabajo del sillón; su nieto llegaba hoy un poco
antes de lo habitual. Abrió con gesto sonriente, pero la sonrisa desapareció de
su cara; la navaja se hundió en su costado, antes de que pudiera gritar.
Ojos
La niña se miró en el
estanque; la primavera había hecho florecer a los nenúfares antes de tiempo. El
agua estaba quieta y transparente; reflejó con toda claridad las facciones
infantiles; ella estaba fascinada mirando sus trenzas y sus ojos. Pero…¿Qué era
aquello? Otros ojos la miraban desde el fondo; unos ojos grandes, apagados, sin
vida. Horrorizada, se apartó y echó a correr.
Temporal
en primavera
En el acantilado, las
olas rompían con furia. Algunas tenían la osadía de alcanzar los 15 metros de
altura, salpicando de espuma la ropa de aquella mujer que, desde lo alto,
miraba fijamente el mar embravecido. Llevaba allí mucho rato, como hipnotizada.
En ese momento, una voz gritó a lo lejos; alguien se acercaba rápido. La mujer,
sin una vacilación, saltó hacia delante y las olas engulleron su cuerpo.
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