La vida de una granjera es muy rica en
sol, en aire, y muy provechosa y sana porque disfruta de montones de cosas que
no tenemos los que vivimos en la ciudad, como la fruta y la hortaliza recién
cortada, y el poder criar directamente los animales que tienen que sacrificar
para el gasto de la casa.
La granjera que tenemos como muestra
es muy original, porque después de estar todo el día en contacto con la tierra tiene
los pies limpísimos, y las uñas muy semejantes y parejas como las teclas de los
pianos.
Yo creo que este pintor, el señor
Miró, lo que más le gustaba era la originalidad porque a la granjera, que
además de ir cargada de cosas y con un animal, y lo más fácil es que estuviera sudando
y con la cara roja, pues le ha puesto los coloretes en negro. No lo entiendo.
También me llama la atención el gato,
tan bien colocado y pensativo, seguramente que estará diciendo ¡ya podía la
granjera matar al conejo que yo pille unos poquitos pitraquillos!
Pero tendrá que esperar hasta que
llegue la Pascua que es cuando la granjera matará el conejo y hará una zambomba
con el pellejo. Mientras tanto el gato se tendrá que entretener jugando con los
ratones.
Algo que no comprendo es cómo se
atreve la granjera a ir por la calle con el conejo al aire.
Total, que el señor pintor es
demasiado original para lo poco que yo entiendo.
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