Autora: Amalia Conde
Las ventanas de una casa pueden servir para tantas cosas que
llegan a veces a ser tan necesarias como la puerta de la calle.
Si se te pierden las llaves y no son horas de que haya
familia dentro de casa, pues lo primero que piensas es en entrar por la ventana.
Si en el piso se ha pegado fuego y la escalera está
ardiendo, lo propio es salir por la ventana.
Si hace mucho calor y no puedes dormir, abres las ventanas, aunque
también puede pasar que haya algún ratero esperando que no estén los vecinos del
piso de arriba, o abajo, para entrar por la ventana.
En mis tiempos mozos se pelaba la pava por la ventana, yo no
la he pelado ni con la puerta abierta.
Cuando entra la primavera, en toda Andalucía hay sitios que
se está tan a gusto, por su gente, color y olor, que te dan ganas de no moverte
de ahí. Para mi ese lugar es el Albaicín; se ponen las ventanas y balcones tan
cuajados de geranios y claveles que el olor se nota desde que se entra por la
Cuesta del Chapiz.
Yo acostumbro a pedir un clavel a las personas que veo en el
balcón, y siempre me lo han dado, pero como ahora abundan los extranjeros, creo
que les voy a pedir un clavel y no se van a enterar de lo que les digo, y si se
ponen de mal talante a lo mejor me echan el clavel ¡pero con maceta y todo!,
así que mejor no pido nada.
Las ventanas más bonitas y menos comprometedoras son las que
están llenas de macetas con flores. Hay coplas que hacen referencia a la Calle de
Elvira por aquellas macetas que cuidaban las manolas para esperar a su novios a
pelar la pava, ¡eran otros tiempos!
Hay otras ventanas que dan a un patio de vecinos, y si esa
ventana es de un dormitorio hay que tener mucho cuidado, sobre todo si no
tienen una buena reja porque hay vecinos “muy cumplidos” y te pueden hacer una
visita a media noche dejando cargos que tengas que bautizar.
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