domingo, 30 de junio de 2013

Belleza en el recuerdo

Autora: Rafaela Castro


            Eran los últimos años de los 60 y primeros de los 70, en plena época de emigración en nuestro país, España con destino a Francia, Alemania, Suiza, etc…

            La familia de Miguel vivía en un pueblo de Andalucía. Aquí trabajaban todos en el campo de sol a sol. Y siendo así, no les alcanzaba para nada. Ante este panorama decidieron emigrar como tantos otros. Por lo tanto Miguel, junto con sus dos hermanos y sus padres, un día inolvidable del mes de Septiembre partió hacia Alemania con los pocos enseres que tenían y con el corazón partido igual que la mayoría, pensando en volver con la vida más o menos resuelta.

            Él tenía 14 años y era el menor. En su maleta llevaba sus cosillas como cuadernos, lápices, alguna ropa, en fin, lo más necesario según su madre. En su mente llevaba el recuerdo de Elisa, su amiguita del alma. Ella era la típica niña simpática que lo mismo jugaba con niños que con niñas, igual se subía a un árbol que jugaba al corre que te pillo. Todo el mundo comentaba que lo que tenía de simpática lo tenía de feilla. Sus paletas eran grandes ,llevaba gafas y el pelo enratonado, un auténtico cromo. A Miguel lo que le atraía era su frescura, decisión, bondad... Sobre todo, le costó mucho despedirse de ella.

            El tiempo iba pasando, tardaron bastante en regresar y la idea era volver con algunos ahorros.

            Él no pudo evitar preguntar por Elisa a su llegada.

            -¡¡Ayyy,hijo mío!!-le contestó su tía -Las cosas le han cambiado mucho, ya no es ni sombra de la que era.

            -Pero tía, ¿ha cambiado para bien o para mal?

            -Espero que cuando la veas, llegues a la conclusión que creas oportuna.

            Una tarde Miguel estaba con la familia tomando el fresquito aprovechando los últimos días de verano. En esto pasó por la calle una pareja cogida de la mano que dio las buenas noches y siguieron dando un paseo.  Su tía lo miró diciéndole:

            -Me preguntaste por ella, pues ahí la tienes. Recuerdas que no era muy agraciada físicamente ni muy atractiva. Bien, pues todo eso desapareció. Los médicos hicieron milagros; hoy es la novia del hijo de Don Gregorio, uno de los terratenientes del pueblo. Seguro que aún lo recuerdas.

            -Sí tita, sí. Por desgracia sí lo recuerdo. Ya ves, parece una modelo hoy por hoy y es una de las más guapas del pueblo.

             Miguel, mirando al horizonte sin punto fijo y reflexionando, dijo:

            -Debo ser muy raro porque para mí su belleza está en tiempos pasados. Me temo que esta haya desaparecido dando paso a lo superficial y material y pienso que esto ha dado paso a una persona calculadora. En fin, todo menos bello.

sábado, 29 de junio de 2013

La belleza de una ciudad

Autora: María Gutiérrez


       La belleza,  ¡que palabra más bonita! ¿Cómo la podríamos definir?  La belleza es una cualidad presente en una cosa o en una persona que produce un placer intenso a la mente y a los sentidos. Santo Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista. Se puede encontrar en ti, o en mí, o en cualquier lugar…

       Pensando en cosas bellas, como no pensar en Granada, una de las ciudades más bonitas del mundo cuya belleza no tiene igual, contando con un gran patrimonio histórico y monumental, representada por el monumento más emblemático de la ciudad como es la Alhambra con Sierra Nevada al fondo.

       Viajeros de todos los tiempos elevaron esta ciudad a la categoría de mito y por muchos ríos de tinta que hayan corrido sobre ella, aún nos queda todo por decir. Granada devora todo lo que tiene a su alrededor por su inmensa belleza.

Todo es posible en Granada.

En ninguna parte del mundo suena el paisaje como en Granada  (Manuel de Falla).

Ahora comprendo lo del ciego y Granada.

Para ver la más bella puesta de sol, hay que subir al Albaicín. El atardecer que se contempla desde el mirador de San Nicolás, es el más bonito de la tierra. (Bill Clinton)

Desde la Alhambra se mira el soberbio paisaje que presenta Granada…. Se comprende fácilmente el entusiasmo de los artistas que han llegado hasta aquí para recibir una nueva revelación de la “Belleza” de la vida. (Rubén Darío)

       Granada es una verdadera joya y pasear por sus calles y plazas, respirando tantos siglos de historia, hace que te enamores de ella. Cuenta con bastantes plazas pero para mí, la más emblemática es Plaza Nueva que a pesar de su nombre es la plaza más antigua de la ciudad. Ha sido y sigue siendo un verdadero foro de la vida granadina, la más viva y dinámica del casco histórico. Sirvió de escenario para grandes acontecimientos de Estado, como el traslado de los restos de Isabel y Fernando desde el Monasterio de San Francisco en la Alhambra hasta el descanso final en la Capilla Real, llenando la plaza con una pompa que con el testimonio de los testigos que lo presenciaron, no fue nunca más visto ni antes, ni después.

       Si venimos del centro nos encontramos al fondo con la iglesia de San Gil y Santa Ana, en donde se casó Mariana Pineda. A la derecha está el famoso Pilar del Toro y a la izquierda la casa de los Pisas. En el centro como no nombrar la Real Chancillería, sede de la Audiencia  Provincial de Andalucía.

       Es la plaza más cosmopolita con ese bullicioso ambiente, extraño frenesí que se respira en el constante transitar de sus muchas y variopintas personas, con sus bares y terrazas siempre llenos… Una plaza muy singular, punto de encuentro y de paso, inundada de sonidos, siempre vigilada por la Torre  de la Vela, con ese aire mágico que la envuelve tanto de día como de noche. No es una plaza solo para verla, sino para vivirla, despertándose los sentidos con sus vistas  únicas. Hay que quedarse un buen rato en ella dando paseos, sentándose un buen rato en ella tomando algo aunque tengas que pagar el sitio en el que estas, de verdad que merece la pena disfrutar de su gastronomía tanto en los días soleados de invierno, como en las noches calurosas de verano por el fresquito que baja de la Alhambra. De la fuente que la preside, podríamos decir que es una de las más bellas de la ciudad su agua refresca a todo el que quiera probarla, como dice la canción: “Me voy a la Plaza Nueva, a beber agua fresquita que es la que la sed me quita…”

jueves, 27 de junio de 2013

Belleza

Autora: Amalia Conde


         Si hablamos de belleza, en Granada es muy corriente acordarse de Eugenia de Montijo, nuestra paisana que llegó a enamorar al Emperador de Francia. Fue envidiada por españoles y franceses, sobre todo por mujeres. Según cuentan disfrutó poco de su categoría y belleza.

         Por lo regular, todas las personas que tienen la suerte de nacer tan guapas no disfrutan mucho, se les complican las obligaciones con las devociones y no llevan una vida placentera ni envidiable. Como otra mujer guapísima, que tenía el mundo a sus pies, juventud, fama, suerte y amores, se sintió sola y amargada hasta acabar con su vida. Fue Marilyn Monroe. De manera que estoy muy conforme con haber nacido un poquito fea.

         Para hablar de la belleza física hay que tener en cuenta muchas cosas, da igual hombre o mujer.

         Las personas que a simple vista nos enamoran por sus ojos, su boca, nariz o por su cuerpo, naturalmente que nos gustaría ser como ellas, pero hay que tener también en cuenta su forma de ser, porque si se pasan el día y la noche tratando de convencer a todo el mundo de lo guapas o guapos que son, resulta empachoso  y a las que no somos bellas, se nos quita las ganas de serlo.

         Hay personas que tienen una belleza interior que no necesitan ser guapas ni elegantes, tienen una simpatía y agrado que se hacen querer por todos, siempre están dispuestas a ayudar en lo que sea, su compañía se hace indispensable porque siempre están a tu lado y dispuestas a escucharte y echar una mano.

         En todas las partes del mundo hay cosas maravillosas, y como tenemos la suerte de poder verlo en el cine o televisión, pues estamos al día poco más o menos de lo que hay en muchos sitios. Pero soy “granaína”, nacida en el Albaicín, criada en el centro de Granada, teniendo como montera la Alhambra y Sierra Nevada. Nunca he tenido más de dos reales pero me he sentido millonaria con lo que me rodeaba. Cuando podía andar visité la Alhambra y el Albaicín todos los fines de semana, necesitaba esas vistas y ese aire para poder estar toda la semana cosiendo sin salir a ninguna parte.

         Creo que he leído muchas cosas de Granada porque me he querido enterar de quién hizo lo más antiguo y lo más moderno, y para conseguir eso no basta con lo que ves, hay que preguntar y leer las guías de escritores granadinos como D. Manuel Gómez Moreno y D. Luis Seco de Lucena.

         En la Alhambra, igual que en el Albaicín, hay sitios tan bonitos y maravillosos que te invitan a que cuentes lo que estás viendo ¡pero en verso!

         Si estás en la Alhambra, en el Peinador de la Reina, o en el Partal, verás unas maravillosas vistas del Albaicín, y aunque no quieras te viene a la cabeza algo como esto:

Asomado en las alturas
Granada tiene un jardín
blanco como la azucena
con fragancia a hierba buena,
el barrio del Albaicín.
En una calle embrujada
hay una reja moruna,
al despertar la mañana
se dan un beso la Luna
y un clavel como la grana.

viernes, 21 de junio de 2013

Permitidme ser la última en leerlo

Autora: Elena Casanova

A este grupo de  gustos  compartidos.

        ¿Por qué  miramos a lo lejos para vislumbrar la belleza, sin apenas apreciarla cuando la tenemos tan cerca? ¿Por qué soñamos con lugares bellos  si estando despiertos los tenemos ahí, a la vuelta de la esquina?¿Por qué ideamos pinturas de gente bella, sin tener conciencia que pertenecen a  personas reales y  pasan por nuestro lado sin apenas darnos cuenta?

        Una tarde de cada mes, fechada de antemano,  me encuentro con un grupo de gente bella, pero no los miro con los ojos entornados y de soslayo, sino de frente y muy abiertos. 

        Porque, una vez al mes, disfruto de las palabras de una voz entre temblorosa y tímida  arrebujada  de madurez. En tu voz, Amalia,  percibo un lastre de curiosidad a lo largo de una vida que, entre pespuntes e hilvanes, has apuntado más allá, abriendo tu mente hacia pensamientos elevados, y así los expresas en un papel nervioso que escupe reflexiones  lúcidas que hasta  te atreves a adornarlas con tintes borgeanos, lorquianos… Te quejas  de un cuerpo cansado, de la carga de los años, ¡qué importa! mientras te muestres orgullosa de esa enorme voluntad de seguir aprendiendo,  con toda tu clarividencia y brillantez octogenarias  dignas de elogiar y secundar.  

        Y tú, juventud, que ocupas el flanco opuesto de la frontera. Nos dedicas cada mes, casi siempre desde la ausencia, inquietudes que te corroen y  nos taladra con fuerza la amargura de muchas de tus palabras. Alguna vez te he insistido: “escribe algo que me haga sonreír”. Pero ¿quién soy yo para determinar tu voluntad? Tu frescura me conmueve y de forma casi instintiva mi trato es protector, pero ¿qué más da? Me siento hasta orgullosa de que un día me tacharan de serlo.

          Y éste, nuestro otro Antonio, con un grado más elevado en la línea del tiempo. Siempre que te diriges a nosotros, lo haces desde la serenidad y la paciencia. Palabras calmadas, repletas de sabiduría, transmitidas desde la experiencia. Eso demuestra que has sido y sigues siendo un excelente profesor. Déjame decirte, que envidio tu enorme voluntad de seguir creyendo en lo que haces, y que muy pronto tendremos en nuestras manos ese libro que ansías continuar desde la placidez de un nuevo ciclo, sin prisas, sin horarios, siendo tú el único motor que gestiona tu tiempo.

          Continúo con Patro. Tan  agradecida siempre, valorando con ese entusiasmo que solo tú sabes hacer, lo que realizamos y que imprimes al grupo  la ilusión de seguir escribiendo. Sin artificios ni enredos, de forma clara y directa nos atrapas  con tus historias, tú que tan poco te aprecias, y que aún no te has dado cuenta del gran mérito que supone desentrañar memorias, darles vida y expresarlas delante de un grupo de personas. Nunca olvides que todos aprendemos contigo
.
            Y qué voy a decir del alma inquieta, de la franqueza y espontaneidad de Rafi. Qué sería del grupo sin  esa chispa de  humor que siempre te acompaña. Me encanta verte con todos tus folios revueltos, con tus escritos desordenados, para luego disfrutar de todo lo que cuentas. De tus anécdotas, de tus chistes y chascarrillos, que nos arrancan risas y hasta carcajadas, tan imprescindibles en la vida de cualquiera. Nos haces pasar un buen rato, que de eso se trata, y cuando terminamos, volvemos a casa con otra cara, con el ánimo elevado, y eso, te lo aseguro,  no se compra en ninguna parte.

        Le ha llegado el turno a  Pilar. Todo un ejemplo a seguir. Me encanta el vasto conocimiento que  tienes de la vida. Admiro tu desafiante mirada a todo lo que te rodea, tu inconformismo,  tus profundas  convicciones. Disfruto enormemente de tus  reflexiones y análisis  que desde la sabiduría, la sensatez y veteranía que posees nos descifras cada mes. Además, eres la artista plástica del grupo. De eso no cabe la menor duda.

          Y quiero terminar con alguien a quien ya empecé a querer hace algunos años, cuando me dejaba copiar en los exámenes de inglés y que, poco a poco,  su visión desenfadada de la vida hizo mella. Eres una persona  optimista que sabes exprimir el jugo a todo lo que te rodea. Hay tres cualidades que llegan a conquistarme de una persona: la inteligencia, la humildad y la sencillez, y tengo la certeza de que tú,  Mari Carmen, porque Carmen a secas me cuesta muchísimo y eso que lo he intentado, las tienes y las superas con creces. Me alegro de haberme topado contigo, creo que ha sido lo mejor que me ha pasado cuando un día me aventuré en aquella empresa del inglés.

       Si la belleza se contagia, permitidme seguir contaminándome durante mucho tiempo de todo ese potencial que os caracteriza a cada uno de vosotros y que un día tuve la suerte de encontrar. Muchísimas gracias. 

¿Se puede estar enamorado de un lugar?

Autora: Carmen Sánchez Pasadas


         ¿Se puede estar enamorado de un lugar? Yo lo estaba y cuando lo conozcáis, desde el corazón, lo entenderéis.

Cada mañana, cuando me dirigía hacia aquel paraje, la brisa fresca saludaba mi rostro con una caricia y a veces, el aire inquieto jugaba con mi pelo.

La mayoría de los días el agua serena transcurría apacible corriente abajo, deslizándose por el cauce que le daba nombre. Otros, venía alegre y como niño travieso, brincaba sobre las piedras y salpicaba por doquier.

Advertía que el río no era siempre el mismo. En ocasiones, el agua no era cristalina, sino que brillaba como la plata, otras en cambio, se convertía en lapislázuli y era envidiado por el cielo, incluso algunos decían que había perlas de oro en el fondo y por ello el agua adquiría un tono dorado como la miel.

En la orilla, las ramas de los árboles jugaban al escondite con los rayos templados del sol, las más vetustas se retraían ocultándose en la sombra, mientras las jóvenes se estiraban luciendo sus hojas brillantes.

Cierto día, mientras caminaba observando el ir y venir de las golondrinas desde el alero de una torre cercana, oí un susurro. Era un elfo diminuto que requería mi atención para que me escondiera junto a él. Sin dudarlo, me agaché tras la maleza. En seguida, un enorme estruendo llenó  el ambiente y de pronto un grupo numeroso de jinetes galopaba a través de la rambla. Transcurridos unos minutos, que me parecieron interminables, el silencio ocupó nuevamente el espacio.  Momento que aprovechó el insólito personaje para contarme la historia de la ninfa Áurea. Era la hija del río Darro y era conocida por su belleza, pero para su desdicha, había sido víctima de un hechizo y cuando lloraba, sus lágrimas se convertían en diminutas gotas de oro, que le producían heridas en los ojos. En esta tierra, Áurea era muy feliz y casi nunca lloraba, pero su maldición era conocida en otros parajes y los gobernantes, cegados por la avaricia, deseaban su captura para atormentarla y así enriquecerse con el oro de sus lágrimas. Por este motivo, fue raptada por unos mercenarios. Afortunadamente, los centauros, defensores del lugar, alertaron con sus cornetas al padre, quien aliándose con el viento y la tormenta, provocaron una tempestad jamás conocida. La ira de Darro creció hasta formar gigantescas turbulencias. Sus aguas, habitualmente sosegadas, se transformaron en enormes olas que devoraban cuanto encontraban a su paso. La mayoría de los jinetes perdieron la vida por la inundación, pero Áurea fue rescatada por los centauros y desde entonces trasladó su residencia a una hermosa gruta, oculta a la vista por el vasto puente  que cruzaba a la otra orilla y desde entonces los centauros vigilaban la zona noche y día. Observé con detenimiento y descubrí varios de ellos parapetados en los muros y escondidos entre los árboles. Tras todo aquello, muy de tarde en tarde, había incursiones de jinetes que pasaban de largo,  como la que acababa de presenciar, y a los que era mejor evitar.

En un instante, la melodía de un violín llegó hasta mí y mis ojos buscaron  al intérprete de tan deliciosa música, instante que aprovechó el elfo para escabullirse sin ser visto. Miré alrededor, pero no apareció, tampoco logré ver a los centauros, ni encontré la gruta del puente. Todo el paisaje estaba como de costumbre, soleado y plácido. Esperé a que el músico dejara de tocar para preguntarle si había visto u oído el galope de los caballos y me aseguró que llevaba mucho tiempo allí y no había visto nada. Otros transeúntes pasaban por la calle, como si no hubiera sucedido nada extraordinario y esto me hizo dudar acerca de lo que acababa de ocurrir.

 Metí la mano en el bolsillo para sacar alguna moneda y  entregársela al violinista, cuando descubrí que entre las monedas tenía una pequeña bolita de oro.

La belleza

Autora: Pilar Sanjuán


Según el diccionario, la belleza “es el conjunto de cualidades de algo o alguien cuya contemplación produce placer sensorial o espiritual”

Bien, pero ese placer no lo sienten todas las personas por igual, ante una obra calificada como bella, pongamos por caso una iglesita románica, hay quien se extasía y quien se queda indiferente. ¿Será que para percibir la belleza hemos de estar sensibilizados con el gusto y la mente educados estéticamente?. Sin duda, esto es importante, pero hasta en personas cultivadas los gustos son dispares. Entonces,  ¿la belleza está en las cosas o en los ojos de quien las mira?

La belleza se puede encontrar en muy diferentes seres: en las personas, en la Naturaleza, en el arte, en algunas acciones. Recuerdo que el hijo de una conocida mía, con unos diez años, tenía la hermosísima costumbre de coger de la mano a las ancianas que titubeaban ante un paso de peatones y las ayudaba a pasar; creo que esta acción es de una belleza que emociona; luego, además le decía a su madre: “Mamá ¿qué puedo hacer para que tú no seas vieja?”

Una vez vi en un documental a unas mujeres africanas modelando estatuillas de barro que representaban madres de grandes pechos dando de mamar a sus hijos. Los niños eran tan pequeños que casi desaparecían entre los pechos de sus madres, pero había en las rudas estatuillas tanta belleza, tanta ingenuidad que conmovían. ¿Por qué conmovían si había desproporción en las figuras, si el barro estaba trabajado con tosquedad? Quizás porque aquellas mujeres ponían su alma en lo que hacían, expresaban lo que sentían, no había artificio en sus obras, sino verdad, autenticidad y sencillez; es en todo eso, donde está la belleza.

El canon de la belleza física en las personas ha cambiado mucho. Los antiguos griegos tenían como mujer perfecta a la Venus de Milo. En ella vemos unas formas femeninas rotundas pero llenas de armonía. En cuanto a los hombres, los Apolos griegos o el David de Miguel Ángel eran el paradigma de la belleza masculina. Son hombres de cuerpos esbeltos, bien formados, pero sin estridencias.

Ahora, la belleza física, tanto en mujeres como en hombres está –al igual que tantas cosas- manipulada y falseada. Las multinacionales del diseño, tanto en calzado, en ropa o en cosmética, obedecen a intereses particulares y abusivos; pretenden que todos obedezcamos sus mandatos. De ahí que muchos jóvenes –ellos y ellas- y personas no tan jóvenes, se dejen embaucar con promesas de embellecimiento, rejuvenecimiento, etc. Todo falso. Han creado sofisticados modelos de belleza: mujeres con pestañas postizas, peinados inverosímiles, labios abultados con colágeno, recargados maquillajes, delgadez extrema, tacones incomodísimos… Las modelos de pasarela reflejan todo esto: desfilan con trajes absurdos, andan cruzando las piernas en difícil equilibrio y tan escuálidas, que uno espera verlas desmayarse en cualquier momento. ¿todo esto es bello?

En cuanto a los hombres, ¿recordáis el anuncio de slip que hacían Beckham, Ronaldo y otros famosos? Era la suprema representación del culto al cuerpo masculino. ahí tuvieron mucho que ver los gimnasios, que engordaron sus arcas a costa de la vanidad de ciertos hombres. Recomendaban anabolizantes, horas interminables de ejercicios físicos y el resultado de toso esto fue, en muchos caso, cuerpos deformes, con músculos hasta en las orejas. Beckham y Ronaldo, en el anuncio, lucían sus torsos desnudos y musculosos y bajo los slip se adivinaban sus atributos masculinos bien dotados, como si también los hubieran sometido a sesiones de gimnasio. En todo esto, la belleza brillaba por su ausencia: lo que sí había, de forma subliminal, era erotismo y sensualidad, dirigido a estimular la imaginación de las jovencitas; machismo, al fin, de forma soterrada.

Se ha puesto de moda el “culturismo”. Palabreja que nada tiene que ver con la cultura, sino con el culto al cuerpo. Hasta el ex-presidente Aznar, un señor serio donde los haya, ha claudicado ante esta moda y nos ha enseñado orgulloso su achaparrado torso cincelado de músculos.

Afortunadamente, muchos chicos y chicas, llenos de sensatez, van por libre, sin dejarse arrastrar por las corrientes de la moda y lucen sus cuerpos al natural, sin extravagancias. Ellas no han perdido esbeltez y, sin embargo, muestran las redondeces que la madre naturaleza colocó en sitios estratégicos del cuerpo de la mujer para hacerla más atractiva.

Hemos buscado siempre la belleza; debe ser un anhelo de todos los tiempos. ¿Qué demostraron nuestros antepasados de Altamira, o los que construyeron los dólmenes, los menhires o las estatuas de la isla de Pascua? ¿Y qué decir de recuerdos como los templos egipcios, griegos, romanos, las maravillosas catedrales góticas y tantas obras bellísimas que nos dejaron?

No sé si nuestra civilización de lo efímero, de lo hecho con prisas, con materiales muchas veces perecederos, dejará obras para la posteridad. ¿qué queda en Sevilla de todo lo que se construyó para la Expo 92 ya apenas hace cuatro días? Unos despojos, unas ruinas, algunas entre jaramagos, sin que las autoridades, faltas de sensibilidad, las rehabiliten.

en los patios cordobeses haya muchas macetas apoyadas en capiteles de templos romanos, expoliados por gente que, ante el abandono de que son objeto estas ruinas, al menos les han encontrado utilidad: embellecer los patios.

Acabo ya, con un poema que no es precisamente una obra literaria, pero como no soy capaz de hacer mejor, ahí va:

Buscamos la belleza
¿Pero cómo encontrarla?
Quizá esté muy cerca
en cosas cotidianas:
la mirada de un niño,
una canción lejana,
el roce de una flor,
el silencio y la calma;
la lectura de un libro,
la amistad recobrada
de alguien que estaba lejos,
una nueva amistad;
el vuelo de los pájaros
al tañer la campana…
Ya veis, si estaba cerca,
la belleza buscada.



Rafael miró el reloj

Autor: Antonio Cobos


Rafael miró el reloj, apagó el ordenador y dejó a un lado su clasificador de sellos. Cómo cada martes y jueves, acudiría a recoger a su nieta del colegio de primaria, le prepararía la merienda y la tendría entretenida hasta que su padre o su madre pasasen a por ella.

Había estado mirando un sello conmemorativo de Carlos V, que celebraba el 500 aniversario de su nacimiento, el 24 de febrero del año 1500, en Gante. El sello, precioso, reproducía el cuadro de Tiziano, en el que el Emperador Carlos monta un caballo zaino con un adorno rojo en su testa y al mismo tiempo porta una lanza en ristre, en su mano derecha. Lleva cubierto todo el cuerpo con una espléndida armadura, brillante y llena de doradas filigranas. Al fondo, y esto, ya no forma parte del cuadro, pero sí del sello, se observa un mapamundi con la inscripción TYPUS ORBIS TERRARUM, en el que se pueden observar, todos los territorios que formaron parte del imperio español del siglo XVI. Sobre la figura de Carlos se aprecia la leyenda, CARLOS V 500 AÑOS.

Hoy había elegido ese sello para “trabajar”, entre comillas, con su nieta. Tras la merienda, fue María la que le urgió al abuelo, comenzar la actividad de aquella tarde.

- Bueno, abuelo, ¿qué vamos a estudiar hoy? – preguntó poniendo su manita sobre la mano grande del abuelo.
- Pues, si te parece, vamos primero a mirar bien el sello que he seleccionado – contestó cogiendo en brazos a su nieta y dándole un beso, que ella devolvió, apretando con todas sus fuerzas la cara de su abuelo.

Ambos se fueron cogidos de la mano hacia el estudio, y se sentaron en una mesa llena de libros y papeles varios, con un flexo y con un ordenador antiguo. A María le gustaba aquella habitación, llena de estanterías con libros en sus cuatro paredes, y con aquella atmósfera de misterio.

El abuelo cogió con cuidado el archivador de sellos que comenzaba en el año 2000, con el 150 aniversario del primer sello español, y qué un poco más abajo, terminando la página, presentaba un sello conmemorativo de Carlos V.

- ¿Cuál es el sello más bonito de esta página?

María dudó, porque si bien el sello de Carlos V gozaba de una posición estratégica y destacada en la composición de la página y era el de mayor tamaño y el de mayor vistosidad, arriba, a la derecha, había dos sellos de mariposas, que habían captado su atención. Le bastó una mirada fugaz a su abuelo, para saber que éste estaba deseando que le señalara aquel sello grande y llamativo del fondo de la página.

- Éste – dijo, apretando su dedo índice contra la superficie del sello.
- No, no, no lo aprietes, que se puede dañar. Muy bien, muy bien. Ese es el sello más bonito de la página. - - ¿Y qué podemos ver en él?
- Hay un guerrero.
- ¿Y tú crees que el guerrero es importante?, ¿crees que es un jefe?
- Yo creo que sí – dijo María comenzando a interesarse de verdad por aquella figura majestuosa, que montaba serenamente un hermoso caballo suntuosamente enjaezado, dominándolo sin aparente esfuerzo y mirando al frente, con una lanza en la mano.
- ¿Y quién puede ser este personaje? Preguntó el anciano y añadió - Mira bien el sello.
- Ya lo sé, abuelo – dijo la niña con alegría, tras descifrar las letras impresas en el sello – Se llama Carlos ‘uve’. Carlos Víctor, como Carlos y Víctor mis amigos de mi cole. Abuelo, algunos niños se llaman con dos nombres, como José Carlos y Juan Antonio de mi cole, o Ana Laura.
- Pues sí, esa letra que hay ahí es una ‘uve’, pero también se puede leer como si fuera un cinco. ¿Y sabes por qué?
- No, el cinco es un número y la v es una letra.
- Pues así es, pero hace mucho tiempo, en tiempo de los romanos, los números se escribían con letras, y el número 5, se escribía con una uve. Como todo el mundo lo sabía, no se confundían.
- Pero, abuelo, es mejor que el cinco se escriba con el 5.
- Es posible, quizás por eso no seguimos usando letras para los números. Pero, a veces, sí las usamos, como para el siglo XXI. El siglo veintiuno se escribe con dos ‘x’ y una ‘i’. ¿Cuánto crees que vale la equis y cuanto vale la i?

María, inteligente para su edad, pintó dos equis y una i y sin saber muy bien por qué, dijo:

- Diez, más diez, más uno. La equis vale diez.

El abuelo no cabía en sí de gozo al percatarse de la capacidad de razonamiento de su nieta, una de los niñas más listas que conocía.

- Así es, pequeña mía – y la besó sonriendo - . ¿Y qué ves junto al nombre?
- 500 años.
- Y si hace 500 años y este sello es del año 2000, ¿cuándo crees tú que nació Carlos V?
- En el 1500.
- ¡Bravo, María!

A continuación el abuelo le explicó todo lo que había leído previamente en Wikipedia sobre el emperador Carlos y la primera mitad del siglo XVI. La niña lo miraba extasiada, y ante las explicaciones y las preguntas constantes de su abuelo se adentraba en el mundo de aquella época, sintiéndose un personaje más de la historia. Y se enteró de que Carlos era hijo de Juana La Loca y de Felipe el Hermoso y nieto de los Reyes Católicos. Y hablaron de los apodos, ‘La Loca’, ‘El Hermoso’. ¿Y por qué se los pondrían? Y su abuelo le explicaba el porqué. Recorrieron los países que formaban parte del Imperio español. Y llegaron a Yuste, donde el emperador murió, de una manera sencilla, con 58 años, ¡más joven que su abuelo!

Al final, cuando María es recogida por su padre y se despiden, la nieta aprieta su cabecita joven sobre el cuello arrugado del abuelo y le dice:

- Hoy he aprendido mucho ‘abu’, mañana se lo contaré a mi ‘seño’ y a mis amigos en la escuela.

Más tarde, cuando van padre e hija en el coche, en busca de su madre, para marcharse los tres a su hogar, a rematar el día, María va pensativa y dice:

- ¡Oye, papá! ¡Cuánto sabe el abuelo!

Sergio sonríe mientras conduce y, por un momento, recuerda las historias que su padre les contaba, a su hermano y a él, cuando eran pequeños.


(En lugar de escribir o de hablar de la belleza, he intentado escribir una historia ‘bella’. La belleza está en un paisaje, en un rostro, pero también creo que está en las emociones y en los sentimientos, y también en las relaciones, de dos amigos, de una pareja, y ¿por qué no?, de un abuelo con su nieta).

Distorsionado

Autor: Antonio Pérez

             Distorsionado, con la mente embargada por tu mirada. Azul cielo, claros como el agua. Hipnotizado por ese contoneo que hace bailar mi alma. Pasión desenfrenada que graba a fuego mi amor en tu piel. Tatuada de caricias y besos ilustrados de romanticismo al palpo y paladar que provoca en mi cuerpo el derretir de mi frialdad. Embargo tu figura y la patento en mi subconsciente y señalada en el mapa sigo el camino que me lleve a ti.

             A ti mi lucero, que iluminas los segundos, despejas mis tinieblas que me indican, me indicas que eres tú. A ti princesa, de humilde cuna y alta mira, la que quiso enamorarme sin que este sapo sea príncipe. A ti que fabricas, mis más sinceras verdades, que en los recodos de mi corazón estés en guardia lubricando mis deseos y cuidando mis secretos, como fiel de un guardián que cae o se alza a su señor, el encantado .

            Tú  que amueblas mi alma, mi corazón con tus miradas, con tus caricias, que cubres mi cuerpo con orgullo enamorado, la que protege mis sueños eliminando mis pesadillas del horizonte, arropando mis ilusiones, mis defectos y desmotivaciones.

          Musa inolvidable, gentil y generosa, precediendo mis problemas a los tuyos achicándolos en el acongojo del corazón solo por ver mi rostro iluminado de fina felicidad. Tu la que me concede en el juicio final una eternidad más, la que siembra futuros por pares que como el vino, mejorable en cada pestañeo, en cada resquicio de mis neurotransmisores, chispados por tu aliento, por tu fragilidad y ganas de romperme contigo. Haces que reinvente el amor contigo, día a día, hora a hora, segundo a segundo.


          Bella para la bestia, mi cuento contigo con descontrol, cóncavo de amor desconocido en connotación de amor. Mi sirena que rompe mis tímpanos ensordeciendo todo lo que no salga de tus labios, carnosos, tiernos y placenteros.