sábado, 30 de noviembre de 2013

Hipócritas

Autor: Antonio Cobos

Feliciana García y Mercedes López eran dos de las amigas más cercanas de Nuria en Ciudad de México. Sus maridos, Paco Peña y Santiago Muñoz, exiliados españoles como Joan, se habían conocido en el Sinaia, en su viaje de refugiados republicanos al nuevo mundo y se volvieron a encontrar en el distrito federal. Fueron intimando a lo largo de los años y solían reunirse para los pocos momentos de diversión que disfrutaban. Más adelante hicieron viajes juntos para conocer el país y se compraron un apartamento en Veracruz para pasar las vacaciones más o menos por las mismas fechas.
 
Feliciana y Mercedes no trabajaban fuera de casa. Organizaban sus hogares y cuidaban de sus niños. Apenas sus condiciones de vida empezaron a mejorar, buscaron la ayuda de un servicio doméstico autóctono, que cada vez se ocupaba más y más de todas las tareas culinarias y de limpieza y, poco a poco también, del cuidado de los niños.
 
Nuria se encontraba con ellas, a veces durante el horario laboral y a veces no, pero raramente estaba relajada y sin prisas, y nunca dejaba pasar las horas de forma ociosa, hablando de banalidades y conocidos comunes, como Feli y Merche solían hacer. Para ella, eso era una pérdida de tiempo.
 
Las dos amigas de Nuria, tenían más circunstancias y afinidades compartidas y sí disponían de tiempo para hablar largamente de amigos y conocidos de ambas. Y uno de sus temas favoritos era hablar de su amiga empresaria. El tema era inevitable después de cada ocasión en que se reunían las tres, y tras el momento, inevitable también, en que Nuria se excusaba para irse a trabajar o para hacer una determinada gestión.
 
-          ¿Te has fijado en lo que llevaba hoy? – preguntó Merche mientras agitaba la mano para despedir a su amiga saliendo por la puerta del establecimiento.
 
-          Y tanto. ¡Qué elegante es la puñetera!
 
-          No sé de donde saca el tiempo para irse a comprar ropa. Aunque, tampoco creas que tiene tanta ropa, pero se la sabe combinar muy bien.
 
-          Con lo catetilla que era cuando la conocimos. Realmente ha mejorado mucho con el tiempo.
 
-          Algo se le habrá pegado de nosotras, digo yo.
 
-          Mira, quieras que no, nosotras somos de Madrid. Ella es de un pueblo de Barcelona. No es lo mismo.
 
-          Pero ella vivió en Barcelona ciudad.
 
-          Sí, pero por poco tiempo. Además, ella donde ha cambiado es aquí.
 
-          Como te digo, algo habremos influido nosotras.
 
-          Y lo que no sé es como no atiende mejor a sus hijos y a su marido. Ahí, no nos ha copiado a nosotras.
 
-          No sé como no se da cuenta, que deja a Joan en mal lugar. Con lo machos que son  aquí en México, dejar que tu mujer te mantenga. Porque el sueldo de él es una miseria, lo que realmente los está haciendo ricos son las tiendas de fruta.
 
-          ¡Y meterse ahora en lo de los supermercados!, ¡se van a hacer de oro!
 
Merche y Feli siguieron hablando de Nuria, comentando lo poco que estaba con sus hijas, los movimientos que hacía sola por la ciudad, que no estaban bien para una mujer decente y que podía ser peligroso, y sobre todo a Feli, lo que le molestaba más, era ese airecillo de superioridad en el que se envolvía, a veces, al comentar algunas cosas. Parecía que les dijese que era más lista que ellas dos, o más capaz, o más algo. Aquello que decía de que ‘toda persona debe tener un medio de subsistencia, sea hombre o mujer’, pues dependía. Sus maridos preferían que ellas dos se quedaran en la casa, ya que ellos traían el dinero necesario para vivir.
Dos semanas más tarde, en un encuentro de las tres parejas, en el que los hombres iban por su sitio, hablando de sus cosas y las tres mujeres por el suyo, hablando también de sus cosas, Merché preguntó a Nuria:
 
-          ¿Y cómo van los supermercados?
 
-          Por ahora es pronto para saberlo – contestó Nuria - pero, en principio, parece que funcionan bien.
 
-          Es que tiene mucho mérito lo que haces, porque en realidad eres tú el alma del negocio – dijo Feli
 
-          ¡Qué va! El alma es Diego, y Joan le dedica todas las horas que puede y más.
 
-          Pero tú también le dedicas todo el tiempo del mundo.
 
-          No hay más remedio si queremos que la idea triunfe.
 
-          A mí me gusta mucho más vuestro supermercado que el de Sumesa. Lo tenéis mejor expuesto todo y más cómodo de coger – intervino Merche.
 
-          Me interesa recoger opiniones de la gente para mejorar - añadió Nuria
 
-          Hija, es que lo haces muy bien. Digas lo que digas, eres tú la que hace que el negocio funcione.
 
-          Yo lo único que hago es dar un curso de formación a los empleados,  seleccionar a los mejores y controlar que trabajan bien.
 
-          ¿Y te parece poco?, ¡pues es lo más importante, que te atiendan bien! – dijo Merche
 
-          Y ¡controlar que lo hagan! – apostilló Feli.
 
-          No, no – intervino Nuria, alagada pero sin querer darles la razón – Lo más importante es la gestión de compras y el control de gastos, que es lo que hacen Joan y Diego. Tienes que saber hasta dónde puedes y a partir de dónde no debes. Y a veces te equivocas. Pero no te puedes equivocar mucho, pues te arruinas. Tú compras un producto que se estropea y si no ajustas muy bien la oferta y la demanda, te puedes hundir. Hay que saber hacer ofertas de aquello que puedes perder, antes de que no esté ni para ofertar. A veces es mejor regalarlo y no cobrarlo. El personal es también muy importante. Debe tener iniciativa, pero ha de proporcionarte una confianza total. Tienes que estar encima. En fin, todos aportamos nuestro granito de arena.
 
-          Yo le encuentro mucho mérito a lo que haces. Siendo mujer y teniendo todas las obligaciones que nosotras asumimos y que ellos no tienen.
 
-          Bueno, Joan y yo somos iguales.
 
-          Pero mujer, ¡cómo vais a ser iguales!
Siguieron hablando de hombres y mujeres y derivaron la conversación hacia la presión que se estaba haciendo al gobierno para que la mujer tuviera derecho a votar en México, cuestión que quedó finalmente resuelta en ese mismo año 1953 y en las que las tres estaban de acuerdo.
 

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