viernes, 20 de diciembre de 2013

Dos realidades distantes y distintas

Autor: Antonio Cobos


Nueva York, EEUU, un sábado cualquiera de un mes de junio, 8:30 de la mañana.

Linda Morrison de seis años de edad, recibe el canto de cumpleaños de sus padres con un paquete de grandes dimensiones, que contiene una muñeca gigante. La niña rompe el papel brillante de cualquier modo y abre la caja de diseño con expectación. Es una muñeca enorme, articulada, que habla y anda sola. Decepción: no es el modelo deseado.
 
La madre culpa al padre de haber escogido una muñeca equivocada. El padre se excusa en que ella no le dio bien los datos del modelo. La niña llora, los padres discuten.
 
Aleppo, Siria, un sábado cualquiera de un mes de junio, 2:30 de la tarde.
Amira Kawar de seis años de edad recién cumplidos, rebusca con su madre y sus hermanas entre las ruinas de su casa, destrozada la pasada madrugada por un bombardeo fratricida.
 
La niña descubre, bajo una capa de polvo blanquecino, entre los cascotes y rotos bloques de cemento, el vestido rojo intenso de su muñeca preferida: la muñeca de trapo que le confeccionó su madre para su cumpleaños. La niña se ríe y da saltos de alegría sobre la ruinas de su casa. Todos se alegran.
 
(La felicidad es subjetiva, efímera, está sometida a todo un cúmulo de circunstancias determinadas, es una emoción, una sensación o un sentimiento individual que puede variar de una persona a otra, pero al mismo tiempo hay realidades objetivas que facilitan, dificultan o impiden tener ese momento concreto de felicidad. En el texto quiero expresar lo relativo de la felicidad, como depende de las expectativas cumplidas o de las no alcanzadas, y que aunque las emociones son subjetivas y distintas, hay algunas condiciones objetivas que condicionan brutalmente la sensación de felicidad. Hay que dar importancia a las pequeñas cosas)

1 comentario:

  1. Antonio, aunque ya te lo dijimos el jueves, lo reitero: 'Chapeau' por tu relato, me ha encantado. Breve, directo y emotivo. Yo creo que se empieza a dominar el arte de la escritura cuando uno es capaz de expresar mucho con pocas palabras, sin caer en el artificio y redundancia.

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