viernes, 22 de noviembre de 2013

Hipocresía ejemplar

Autora: Amalia Conde


I

Hay un matrimonio discutiendo a voz en grito en su casa y una vecina que tiene la oreja pegada al tabique se da cuenta de que están riñendo por asuntos de celos. La vecina se cree la más indicada para ayudarles y se dispone a ir a hablar con el matrimonio con su mejor voluntad. Trata de poner orden y estar a favor de la mujer, le dice al marido que su mujer no se merece que la trate tan mal, que es una gran persona y una buena madre.

Cuando la cosa estuvo más calmada la vecina se fue a su casa orgullosa de haber arreglado el asunto, pero a la vecina se le olvidó decir que ella era la culpable de que ese hombre llegara a su casa por la mañana después de haber estado con ella toda la noche.

II

Cuando se tiene un trabajo como el que yo he tenido es muy corriente tener varias personas de la misma familia como clientas.

Normalmente mientras se están probando el traje, para que no haya aburrimiento se sacan comentarios del tiempo, del mercado o la salud, pero si la persona que se está probando trae un asunto familiar muy importante para ella te lo cuenta aunque le taparas la boca.

Si el asunto es de suegra y nuera, o de cuñadas, pongo toda la atención del mundo para darles la razón y que vean que las estoy escuchando, lo malo es cuando me preguntan qué me ha parecido.

Lo que me ha parecido no se lo puedo decir porque le he quitado el pellejo a la nuera y a la cuñada, así que tengo que ser hipócrita y decirles que me parece o está muy bien o pierdo las clientas.

III

Este verano pasado tuve que ir al centro de Granada por asuntos de papeles y a pesar de que me llevó mi sobrina en la silla de ruedas, una señora me llamó por mi nombre. Al pronto no supe quién era, pero empezó a decirme pamplinas, entonces caí, era una antigua clienta de cuando cosía.

Empezó a hablar lo más fuerte que pudo diciendo; estás muy guapa, no pasan los años por ti y que tenía que ir a mi casa. Y otra vez con qué bien estaba y qué guapa. Y todas esas tonterías me recordaron que esa señora es de las que se llevan la costura terminada diciendo que el sábado sin falta te pagará, ¡pero ni el Sábado de Gloria!

Por ese motivo cuando dijo que tenía que ir a mi casa no le di la dirección. Creerá que vivo en la Calle Azacayas, pues allí que lleve la costura.

Yo creo que es otra forma de ser hipócritas.

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