miércoles, 27 de noviembre de 2013

El símil del burro

Autora: Rafaela Castro


He mirado el diccionario, y he visto que hipocresía es lo que siempre había pensado. Pero mejor expresado de lo yo lo haría: “Fingimiento y apariencia de cualidades o sentimientos contrarios o distintos de los que se tienen”. También sinónimos como ficción, simulación, doblez, farisaico, fariseo, etc. Estos dos últimos, si el hipócrita finge piedad o austeridad.

Esto que voy a relatar es algo que mis padres me contaban cuando era jovencita y a mí me hacía mucha gracia. Decían que en una ocasión, un campesino fue a la feria de ganado con la idea de vender un burro. Éste sólo sabía comer, eso lo hacía de maravilla; pero para trabajar, ahí se perdió ese dicho de “trabajar como un burro”. A mitad del trabajo, se paraba o se tumbaba. Por más que le decían: “¡Arre burro!”, él ni se inmutaba. Cuando su dueño se enfrentó a sus posibles compradores, no dejó de halagarlo y tirarle flores:

 -Esto no es un burro, ¡es una joya!, y si lo compran, ya se darán cuenta de la ganga que han comprado.

 El campesino, cuando nadie lo miraba, le decía al oído al burro:

-Y que yo tenga que decir que eres bueno.....

 Al final el trato se cerró, y este hombre terminó maravillándose de lo bien que le había salido la jugada.

 Esta historia me ha hecho pensar en las preferentes, y de cómo les vendieron el mismo burro a tantas personas. Puede que unos estén más necesitados que otros, de todos modos, una injusticia donde las haya. Concretamente a una amiga que se dedicaba al sector de la limpieza y se jubiló, fue una de las que le tocó, no recuerdo la cantidad, pero bastante considerable. Ella vivía con su madre, que ya murió, y ahora se ve sola y estafada. ¿Cómo podemos llamar a éstos hechos? Engaño, hipocresía, falsedad, falta de escrúpulos,.... Me imagino a estos señores, si es que se les puede llamar así, con una sonrisa de oreja a oreja para ofrecer el producto, o la ganga como la del burro.

 A veces siento como vergüenza de pertenecer al género humano, porque de alguna manera, a mayor o menor escala, todos somos partícipes de este tinglado, teatro o como lo queramos calificar.

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