viernes, 21 de junio de 2013

La belleza

Autora: Pilar Sanjuán


Según el diccionario, la belleza “es el conjunto de cualidades de algo o alguien cuya contemplación produce placer sensorial o espiritual”

Bien, pero ese placer no lo sienten todas las personas por igual, ante una obra calificada como bella, pongamos por caso una iglesita románica, hay quien se extasía y quien se queda indiferente. ¿Será que para percibir la belleza hemos de estar sensibilizados con el gusto y la mente educados estéticamente?. Sin duda, esto es importante, pero hasta en personas cultivadas los gustos son dispares. Entonces,  ¿la belleza está en las cosas o en los ojos de quien las mira?

La belleza se puede encontrar en muy diferentes seres: en las personas, en la Naturaleza, en el arte, en algunas acciones. Recuerdo que el hijo de una conocida mía, con unos diez años, tenía la hermosísima costumbre de coger de la mano a las ancianas que titubeaban ante un paso de peatones y las ayudaba a pasar; creo que esta acción es de una belleza que emociona; luego, además le decía a su madre: “Mamá ¿qué puedo hacer para que tú no seas vieja?”

Una vez vi en un documental a unas mujeres africanas modelando estatuillas de barro que representaban madres de grandes pechos dando de mamar a sus hijos. Los niños eran tan pequeños que casi desaparecían entre los pechos de sus madres, pero había en las rudas estatuillas tanta belleza, tanta ingenuidad que conmovían. ¿Por qué conmovían si había desproporción en las figuras, si el barro estaba trabajado con tosquedad? Quizás porque aquellas mujeres ponían su alma en lo que hacían, expresaban lo que sentían, no había artificio en sus obras, sino verdad, autenticidad y sencillez; es en todo eso, donde está la belleza.

El canon de la belleza física en las personas ha cambiado mucho. Los antiguos griegos tenían como mujer perfecta a la Venus de Milo. En ella vemos unas formas femeninas rotundas pero llenas de armonía. En cuanto a los hombres, los Apolos griegos o el David de Miguel Ángel eran el paradigma de la belleza masculina. Son hombres de cuerpos esbeltos, bien formados, pero sin estridencias.

Ahora, la belleza física, tanto en mujeres como en hombres está –al igual que tantas cosas- manipulada y falseada. Las multinacionales del diseño, tanto en calzado, en ropa o en cosmética, obedecen a intereses particulares y abusivos; pretenden que todos obedezcamos sus mandatos. De ahí que muchos jóvenes –ellos y ellas- y personas no tan jóvenes, se dejen embaucar con promesas de embellecimiento, rejuvenecimiento, etc. Todo falso. Han creado sofisticados modelos de belleza: mujeres con pestañas postizas, peinados inverosímiles, labios abultados con colágeno, recargados maquillajes, delgadez extrema, tacones incomodísimos… Las modelos de pasarela reflejan todo esto: desfilan con trajes absurdos, andan cruzando las piernas en difícil equilibrio y tan escuálidas, que uno espera verlas desmayarse en cualquier momento. ¿todo esto es bello?

En cuanto a los hombres, ¿recordáis el anuncio de slip que hacían Beckham, Ronaldo y otros famosos? Era la suprema representación del culto al cuerpo masculino. ahí tuvieron mucho que ver los gimnasios, que engordaron sus arcas a costa de la vanidad de ciertos hombres. Recomendaban anabolizantes, horas interminables de ejercicios físicos y el resultado de toso esto fue, en muchos caso, cuerpos deformes, con músculos hasta en las orejas. Beckham y Ronaldo, en el anuncio, lucían sus torsos desnudos y musculosos y bajo los slip se adivinaban sus atributos masculinos bien dotados, como si también los hubieran sometido a sesiones de gimnasio. En todo esto, la belleza brillaba por su ausencia: lo que sí había, de forma subliminal, era erotismo y sensualidad, dirigido a estimular la imaginación de las jovencitas; machismo, al fin, de forma soterrada.

Se ha puesto de moda el “culturismo”. Palabreja que nada tiene que ver con la cultura, sino con el culto al cuerpo. Hasta el ex-presidente Aznar, un señor serio donde los haya, ha claudicado ante esta moda y nos ha enseñado orgulloso su achaparrado torso cincelado de músculos.

Afortunadamente, muchos chicos y chicas, llenos de sensatez, van por libre, sin dejarse arrastrar por las corrientes de la moda y lucen sus cuerpos al natural, sin extravagancias. Ellas no han perdido esbeltez y, sin embargo, muestran las redondeces que la madre naturaleza colocó en sitios estratégicos del cuerpo de la mujer para hacerla más atractiva.

Hemos buscado siempre la belleza; debe ser un anhelo de todos los tiempos. ¿Qué demostraron nuestros antepasados de Altamira, o los que construyeron los dólmenes, los menhires o las estatuas de la isla de Pascua? ¿Y qué decir de recuerdos como los templos egipcios, griegos, romanos, las maravillosas catedrales góticas y tantas obras bellísimas que nos dejaron?

No sé si nuestra civilización de lo efímero, de lo hecho con prisas, con materiales muchas veces perecederos, dejará obras para la posteridad. ¿qué queda en Sevilla de todo lo que se construyó para la Expo 92 ya apenas hace cuatro días? Unos despojos, unas ruinas, algunas entre jaramagos, sin que las autoridades, faltas de sensibilidad, las rehabiliten.

en los patios cordobeses haya muchas macetas apoyadas en capiteles de templos romanos, expoliados por gente que, ante el abandono de que son objeto estas ruinas, al menos les han encontrado utilidad: embellecer los patios.

Acabo ya, con un poema que no es precisamente una obra literaria, pero como no soy capaz de hacer mejor, ahí va:

Buscamos la belleza
¿Pero cómo encontrarla?
Quizá esté muy cerca
en cosas cotidianas:
la mirada de un niño,
una canción lejana,
el roce de una flor,
el silencio y la calma;
la lectura de un libro,
la amistad recobrada
de alguien que estaba lejos,
una nueva amistad;
el vuelo de los pájaros
al tañer la campana…
Ya veis, si estaba cerca,
la belleza buscada.



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