Autor: Antonio Pérez
Distorsionado, con la
mente embargada por tu mirada. Azul cielo, claros como el agua. Hipnotizado por
ese contoneo que hace bailar mi alma. Pasión desenfrenada que graba a fuego mi
amor en tu piel. Tatuada de caricias y besos ilustrados de romanticismo al
palpo y paladar que provoca en mi cuerpo el derretir de mi frialdad. Embargo tu
figura y la patento en mi subconsciente y señalada en el mapa sigo el camino
que me lleve a ti.
A ti mi lucero, que
iluminas los segundos, despejas mis tinieblas que me indican, me indicas que
eres tú. A ti princesa, de humilde cuna y alta mira, la que quiso enamorarme
sin que este sapo sea príncipe. A ti que fabricas, mis más sinceras verdades,
que en los recodos de mi corazón estés en guardia lubricando mis deseos y
cuidando mis secretos, como fiel de un guardián que cae o se alza a su señor,
el encantado .
Tú que amueblas mi alma, mi corazón con tus
miradas, con tus caricias, que cubres mi cuerpo con orgullo enamorado, la que
protege mis sueños eliminando mis pesadillas del horizonte, arropando mis
ilusiones, mis defectos y desmotivaciones.
Musa inolvidable, gentil
y generosa, precediendo mis problemas a los tuyos achicándolos en el acongojo
del corazón solo por ver mi rostro iluminado de fina felicidad. Tu la que me
concede en el juicio final una eternidad más, la que siembra futuros por pares que
como el vino, mejorable en cada pestañeo, en cada resquicio de mis
neurotransmisores, chispados por tu aliento, por tu fragilidad y ganas de
romperme contigo. Haces que reinvente el amor contigo, día a día, hora a hora,
segundo a segundo.
Bella para la bestia,
mi cuento contigo con descontrol, cóncavo de amor desconocido en connotación de
amor. Mi sirena que rompe mis tímpanos ensordeciendo todo lo que no salga de
tus labios, carnosos, tiernos y placenteros.
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