jueves, 27 de junio de 2013

Belleza

Autora: Amalia Conde


         Si hablamos de belleza, en Granada es muy corriente acordarse de Eugenia de Montijo, nuestra paisana que llegó a enamorar al Emperador de Francia. Fue envidiada por españoles y franceses, sobre todo por mujeres. Según cuentan disfrutó poco de su categoría y belleza.

         Por lo regular, todas las personas que tienen la suerte de nacer tan guapas no disfrutan mucho, se les complican las obligaciones con las devociones y no llevan una vida placentera ni envidiable. Como otra mujer guapísima, que tenía el mundo a sus pies, juventud, fama, suerte y amores, se sintió sola y amargada hasta acabar con su vida. Fue Marilyn Monroe. De manera que estoy muy conforme con haber nacido un poquito fea.

         Para hablar de la belleza física hay que tener en cuenta muchas cosas, da igual hombre o mujer.

         Las personas que a simple vista nos enamoran por sus ojos, su boca, nariz o por su cuerpo, naturalmente que nos gustaría ser como ellas, pero hay que tener también en cuenta su forma de ser, porque si se pasan el día y la noche tratando de convencer a todo el mundo de lo guapas o guapos que son, resulta empachoso  y a las que no somos bellas, se nos quita las ganas de serlo.

         Hay personas que tienen una belleza interior que no necesitan ser guapas ni elegantes, tienen una simpatía y agrado que se hacen querer por todos, siempre están dispuestas a ayudar en lo que sea, su compañía se hace indispensable porque siempre están a tu lado y dispuestas a escucharte y echar una mano.

         En todas las partes del mundo hay cosas maravillosas, y como tenemos la suerte de poder verlo en el cine o televisión, pues estamos al día poco más o menos de lo que hay en muchos sitios. Pero soy “granaína”, nacida en el Albaicín, criada en el centro de Granada, teniendo como montera la Alhambra y Sierra Nevada. Nunca he tenido más de dos reales pero me he sentido millonaria con lo que me rodeaba. Cuando podía andar visité la Alhambra y el Albaicín todos los fines de semana, necesitaba esas vistas y ese aire para poder estar toda la semana cosiendo sin salir a ninguna parte.

         Creo que he leído muchas cosas de Granada porque me he querido enterar de quién hizo lo más antiguo y lo más moderno, y para conseguir eso no basta con lo que ves, hay que preguntar y leer las guías de escritores granadinos como D. Manuel Gómez Moreno y D. Luis Seco de Lucena.

         En la Alhambra, igual que en el Albaicín, hay sitios tan bonitos y maravillosos que te invitan a que cuentes lo que estás viendo ¡pero en verso!

         Si estás en la Alhambra, en el Peinador de la Reina, o en el Partal, verás unas maravillosas vistas del Albaicín, y aunque no quieras te viene a la cabeza algo como esto:

Asomado en las alturas
Granada tiene un jardín
blanco como la azucena
con fragancia a hierba buena,
el barrio del Albaicín.
En una calle embrujada
hay una reja moruna,
al despertar la mañana
se dan un beso la Luna
y un clavel como la grana.

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