jueves, 14 de marzo de 2013

¿Tú para qué quieres eso?

El Centro de Servicios Sociales de la Chana convocó en el mes de noviembre un concurso literario para mayores de 60 años o pensionistas, narrando en prosa o en verso una experiencia personal vivida. Rafi  Castro Lucena es una de las que ha  ganado el premio con un relato titulado: ¿Tú para qué quieres eso?. Rafi lleva 40 años viviendo en la Chana. En el Centro de Servicios Sociales asiste al curso de pintura y a la Biblioteca a su Club Lector. Dice que escribe para expresar lo que siente, e invita a todo el mundo a presentarse a la siguiente edición del concurso. Este premio le sirve de estímulo a la vez que se siente orgullosa y muy contenta. Le encanta leer, sobre todo novela y artículos periodísticos y tiene el saber y la generosidad del pueblo, al igual que su frescura y eso nuevamente lo añado yo, porque es una persona muy especial y muy querida. 
 

Nací en el 48 y, la verdad, tengo vivencias de todos los colores. Mis comienzos en la vida laboral comenzaron con unos diez años más o menos, sembrando garbanzos junto con otros niños y niñas, con el mismo número de yuntas y gañanes.  Con esta historia que no puedo dejar de compararla con el poema de Miguel Hernández: El niño yuntero.

            Nosotros trabajábamos con el señor que labraba las tierras arrendadas del cortijo y llevaba tantos años haciéndolo que ya parecían propias. Sabía barrer muy bien hacia dentro, y no tenía escrúpulos para explotarlos. Un año nos ajustó para la siembra seis duros al mes, pero al final nos recortó un duro a cada uno porque, según él, la tierra no estaba bien sembrada. No sirvieron de nada nuestros lloros, se quedó con nuestro duro.

            El señorito tenía cinco hijos a los cuales les tenía puesto un maestro que les impartía clases particulares a diario.

            Vivíamos en un distrito pequeño, pero lo suficiente para que hubiera dos clases de niños: los que tenían derecho a todo y los que no teníamos derecho a nada, bueno sí, a trabajar.

            Después de todo tuve suerte, ya que mi padre estuvo en la escuela de su pueblo y me enseñó lo poquito que sabía, a leer y a escribir algo y a hacer cuentas.

            Como yo siempre fui muy buscavidas, al cumplir los dieciséis me fui a servir a una casa, ya que no estaba preparada para otra cosa. Hoy se las llama empleadas de hogar, al caso, es lo mismo.

            Me apunté a una escuela nocturna para obtener el certificado de estudios primarios. Al final no fui a examinarme por este complejo de inferioridad e inseguridad, pero no perdí el interés y hace pocos años, siendo ya madre y abuela, me saqué el graduado escolar.

            Tengo otras historias que contar, pero ésta, por desgracia, es la más vigente que veo tal y como están las cosas. Vamos retrocediendo a pasos agigantados, hay poco trabajo y en el que hay, te pueden dar la patada en cualquier momento, pagarte menos o, incluso, no hacerlo. Recortes en educación.

            Recuerdo que cuando la señora para la cual trabajaba, cuando me veía con el libro para sacarme el certificado de estudios, me preguntaba: ¿Y tú para qué quieres eso?

            Se ve que nuestros dirigentes tienen el mismo concepto: si somos pobres no necesitamos estudiar. Ellos pensarán que para explotarnos no podemos tener cultura, a más ignorantes mayores abusos.

            Hace poco me quedé helada al escuchar a una parlamentaria decir en el Parlamento: “¡Que se jodan”!, y somos tan obedientes que eso es lo que estamos haciendo, jodernos. Lo malo es que siempre nos toca a los mismos.



                                                                           

1 comentario:

  1. RAFI ERES UN MODELO PARA TODAS DE PUNDONOR, LUCHA Y DESEOS DE APRENDER. ME ENCANTA TUS COMENTARIOS Y EN TERTULIA DE LA CHANA Y LO BIEN Y CON LA CREATIVIDAD QUE TE PREPARA LAS PARADAS EN LAS RUTAS LITERARIAS QUE HEMOS REALIZADO ¡¡ÁNIMO Y A SEGUIR LUCHANDO!!
    UN FUERTE ABRAZO
    MARIÁNGELES

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