sábado, 15 de diciembre de 2012

No existen los milagros

Autor: Antonio Pérez


Un muchacho orgulloso, obstinado en sus quehaceres del día a día, orgulloso ante los demás y con afán de demostrar que él puede ser mejor que los demás en cada paso que da, en cada camino que coge, siempre intentando destacar, llamar la atención a gritos, buscando reconocimiento, a cada paso, a cada segundo.

Realmente es difícil saber de dónde viene esa obstinación, aunque seguramente con un trasfondo seguro en dónde su infancia pudiera haber sido infravalorado, humillado o cualquier otra forma de que pudiera haber tenido una infancia oscura, difícil, solitaria e improductiva. Realmente es una superación, una adaptación al medio, dónde el débil al sobrevivir se hace fuerte, la presa en cazador, el dominado en dominante.

Paulo, era uno de esos chicos. Cursaba 2º de bachiller, con unas notas medias de sobresaliente. Realmente no dejaba que le superara nadie, todo era rivalidad para él, incluso a la hora de hacer cola en la cafetería de llegar el primero.

Él era querido por su grupo de amistades, pero esa rivalidad que tenia él, impedía que realmente la amistad fuera pura y verdadera, realmente había mucha discusión entre ellos, ya que hacía de esa forma de ser, un carácter frío, calculador, desconfiado.

En este curso tenía un profesor de filosofía que realmente era un digno docente, de los que ya no quedan. No sólo le gustaba enseñar sino educar. Era comprometido con sus alumnos e intentaba una educación real hipotética en esta sociedad tan corrompida. Difícil, pero terco.

Ramón, que después de tres mese de clase ya había interaccionado con la mayoría de sus alumnos, un día propuso en su clase un debate con el tema “poder, dinero, fama”. Realmente la mayoría de sus alumnos opinaban como forma general de las cualidades perjudiciales para el ser humano, de una sociedad clasista de hoy día, capitalista, una forma de poder y estatus. Otros opinaban más favorable, alegando avaricia y pereza que es el camino más cómodo y rápido de vivir. Otros totalmente en contra defendiendo el símil de ser un espantapájaros, unas marionetas de una oligarquía, un proletariado dónde explota de forma esclavista para subsistirse. Realmente su sorpresa fue cuando en el turno de Paulo, realmente, se quedó sorprendido.

Paulo:  Realmente opino, que el dinero es el látigo o arma de hoy día, quien más tiene es capaz de dominar a los demás y someterlos a sí mismo. Por ello cada uno debería pensar en ser quién esté por encima de esa escala de poder si queremos llegar a ser alguien en la vida. Esto realmente va ligado de forma muy estrecha con el poder, capaz de dominar el mundo como un tablero de ajedrez, de ser el rey, el emperador, estar por encima de gobiernos e instituciones dónde han de doblegarse siempre estando un paso por delante de ellos controlando las fichas de ajedrez. Y La fama es algo que nos arropa en la tumba, para recordar en esta corta vida, recordarnos las grandes cosas que hemos hecho, por ello también es un factor clave, no solo tener poder, sino un reconocimiento más allá de la muerte.

Ramón, realmente no se creía de lo que su alumno tenía en mente como no un posible futuro, sino lo que verdaderamente quiere ser su futuro. Así que decidió una tarde invitarlo a tomar un café y hablar del asunto.
El lunes de la siguiente semana quedaron en una cafetería de una presa, dónde aparte de buenas vistas, era un espacio agradable, tranquilo, dónde podrían discutir sus puntos de vista sobre lo debatido en clase.

Ramón le dijo - Realmente me dejaste sorprendido ante tu punto de vista del poder, fama y dinero. Sabes que el poder puede llegar a ser bueno siempre y cuando se utilice en defensa de los demás, nunca una forma de imposición y dominancia, y la fama, realmente puede ser buena o mala, depende de qué es lo que quieras dar a conocer de ti. El dinero es necesario, eso no se puede negar, pero realmente utilizarlo como una forma de poder es caer en la avaricia, gula, lujuria, soberbia… Es quedarte solo. Los amigos no serán amigos solo buitres que se acercarán por el dinero, te aburrirás con tanto dinero, si no disfrutas de las cosas básicas de la vida que no necesitan de dinero, como amigos, novia, una familia, y te llegará a consumir del todo.

Paulo le contestó - Eso es lo que crees tú profesor, porque no has tenido nada de eso, y la envidia hace que estés en contra. Realmente con dinero no tendré ningún tipo de problema con nadie ni con nada, con la fama todos me querrán como los famosos, y el poder es algo que viene bien para estar seguro de que nadie quiera hacerme daño ni tratarme mal.

Ramón después de tres horas intentando hacer razonar a su alumno, vio que era imposible hacerle entrar en razón con esos ideales tan fuertes que tenía y decidió intentar otra cosa. Le mostraría a pie de calle realmente todos los valores antónimos a lo que él profesa intentando entrar en su corazón, ablandándolo emocionalmente.

Ramón siguió diciendo - Paulo te propongo una cosa, si después de esto sigues pensando en lo mismo, no te molestaré más. Te mostraré tres cosas a pie de calle, irás conmigo donde diga, quiero que veas una serie de cosas, ¿aceptas?

- Acepto, pero creo que ni con un milagro me harás cambiar de opinión.

Y así convenciéndolo Paulo aceptó la oferta del profesor, indignado y con deseo de cambiar ese pensamiento estricto de su alumno.

La primera prueba fue intercambiar el rol del profesor por alumno. Ramón pasó a ser un alumno más y Paulo a profesor durante 4 días. En estos cuatro días tenía que lidiar en ser un líder, explicando todo lo que Ramón le iba esquematizando la materia de cada día. Tenía que lidiar con sus compañeros que éstos al verlo como un igual, no solían ni prestar atención apenas ni tomarlo en cuenta, desencajando varias veces al muchacho. Al final de los cuatro días sus compañeros llegaban a mirarlo con seriedad y enojo, realmente molestos por cómo había ido siendo el muchacho con ellos castigándolos con deberes negativos cada vez que se cabreaba.

La segunda parada se la propuso ir a un comedor social. Ayudaron durante una semana para servir las comidas a indigentes, gente paupérrima. Llegó hasta hacer amigos al final de esa semana.

La tercera parada se la propuso en una residencia de ancianos, veteranos de guerra dónde estos le contaban lo grandes que habían sido de jóvenes, le contaban como consiguieron todas las medallas. Realmente le encantaba escuchar esas historias de héroes.

Al final de la tercera semana quedaron en el mismo lugar dónde quedaron para tratar el tema, en esa cafetería con vistas a la presa.

Ramón le dijo: - Bien, cuéntame tu experiencia y como has vivido estos días.

- Realmente ha sido mucho más duro de lo que pensaba. En clase era imposible llegar a ser obedecido por los compañeros a los cuáles ya viste que ni me hacían caso, ni prestaban atención como a ti. Realmente no pensaba que ser profesor era tan difícil. El comedor ha llegado a ser un estímulo a lo que yo estaba convencido, que la felicidad se consigue con dinero. Realmente me extrañó cuando le pregunté a Ramiro que si era feliz y me contestó que sí. Cuando le pregunté cómo podía ser eso cuando vivía en la calle y comía en el comedor social, y no tenía nada, él me saltó diciendo: - “Yo no quiero nada más, tengo agua de la fuente, comida caliente, duermo caliente en mantas y cartones todas las noches y además tengo muchos amigos dónde nos juntamos todas las tardes y mañanas a hablar y contar chistes, tener cosas es un problema y responsabilidad, aparte son dos días y hago básicamente lo que todos…”

Cuando fuimos a la residencia, realmente me sorprendió, héroes, gente que ha luchado con su vida por su país, donde eran poderosos, han sido poderosos y que acaben en una residencia, tullidos, apenas sin ser recordados, y sin familia algunos, solo lo que en la residencia puede tener.

Ramón terminó diciéndole - Ahora espero que entiendas, que el dinero no siempre da la felicidad, ni que la gloria o la fama sirven de mucho cuando te haces mayor, y que el verdadero poder está en la humildad, la bondad, y la felicidad. Para mandar hay que tener cualidades positivas, y hacer mandar de una forma que los demás sean lo importante para ti y ellos lo acepten.

La riqueza no está en quién más tiene, sino el que menos necesita” y esto Paulo, no es un milagro que te hayas dado cuenta. Para tener éxito no tienes que hacer cosas extraordinarias, haz cosas ordinarias extremadamente bien.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario