viernes, 14 de diciembre de 2012

Los milagros

Autora: Pilar Sanjuán Nájera


Vaya por delante que no soy religiosa y no creo en los milagros. Sí creo en las casualidades, en las curaciones “casi” milagrosas de la medicina y en los hechos extraordinarios llevados a cabo por la psiquiatría que estoy segura de que la iglesia, a veces, los ha confundido con milagros.

Las diversas religiones hablan de milagros, pero ¿cómo creer en ellos si sabemos a través de la historia que las religiones y sus fanatismos han sido el azote de la humanidad. ¿Qué fueron las guerras santas de los musulmanes, o las cruzadas de los cristianos sin formas de exterminara a miles de inocentes? ¿Y si recordamos a la “Santa” Inquisición española que tuvo aterrorizada a la gente desde su fundación por los Reyes Católicos hasta principios del siglo XIX?

Actualmente aúnn se producen hechos escalofriantes entre musulmanes, hindúes, hutus y otras sectas diversas que se toman venganzas terribles porque ven at aques a sus dogmas religiosos en cualquier manifestación de libertad de expresión. En nombre de Alá, de Dios, de Odín o de Brahama ¿cuántos crímenes se han cometido? Además ¿qué milagros podemos esperar de religiones que tergiversan, falsean y desvirtúan sus preceptos para adaptarlos a los tiempos según convenga? Mahoma, en absoluto predicaba la lapidación de las mujeres adúlteras y nuestra religión, tal como la predicaba Jesucristo ¿se parece a lo que es ahora? La corrupción, las intrigas, las ambiciones de poder y el lujo insultante del Vaticano, ¿qué tienen que ver con la humidad, la sencillez, el verdadero amor al prójimo y la proximidad al necesitado que enseñaba Jesucristo? La figura histórica y humana de Jesús –yo no creo en su divinidad- me parece verdaderamente admirable,, como admirables son otras figuras ejemplares tales como Gandhi, Martín Luther King, Nelson Mandela, Desmond Tutu o Vicente Ferrer, el español recientemente fallecido. ¿Qué necesidad tienen estas personas para creer en ellos? Varios dieron su vida por defender causas justas como los derechos humanos, la libertad de sus países, la ayuda a los más débiles. ¿Qué más se les puede pedir? ¿En qué se parece la labor de estos héroes con los horrores de la Inquisición?

Afortunadamente, hay sectores de la Iglesia Católica bastante alejados del Vaticano y cercanos a la verdadera doctrina de Jesucristo. Me refiero por ejemplo a los cristianos de base o a la Iglesia sudamericana. Fui invitada hace unos años por unos amigos cristianos de base al bautizo de una hija y la ceremonia fue tan sencilla, tan auténtica y tan llena de sentimiento, que me emocionó hasta el fondo y me pasé la ceremonia llorando. Algunas instituciones como Cáritas hacen una buena labor social y esto hay que decirlo; claro que sus fondos no provienen sólo de la Iglesia, sino de muchos seglares generosos que prestan su ayuda.

Ahora voy a contar un “milagro” entre comillas, ocurrido esta vez en el seno de la religión budista (en todas partes cuecen habas); un milagro del cual tengo referencias muy directas que me hicieron abrir aún más los ojos sobre estos hechos extraordinarios llamados milagros.

Supongo que todos recordaréis a Osel, el niño-lama alpujarreño. Esto ocurrió a mediados de los 80. Se corrió la voz de que una mujer de Bubión llamada María, había concebido un niño sin intervención de varón y que es niño era la reencarnación de un lama importante, muerto el año anterior en California cuando estaba predicando. Al niño lo llevaron a aun monasterio budista de la India y desde su nacimiento comenzaron las peregrinaciones al templo que esta religión tiene en la Alpujarra, sobre el barranco Poqueira para ver el lugar donde había sucedido el milagro. Aún recuerdo a la madre de Osel en una entrevista que le hizo Canal Sur con toda la parafernalia que el caso requería. Ella juraba y perjuraba que se sintió embarazada sin que varón ninguno la hubiera tomado, como le ocurrió a la virgen María.

Pues bien, la verdad de todo lo ocurrido, la supimos mi hermana y yo poco tiempo después de los hechos “milagrosos” por una señora de Capileira que nos alquiló una casa rural en ese preciosos pueblo y que conocía muy bien a la tal María. Esta mujer estaba casada en Bubión, pero tenía una caterva de hijos, algunos de su marido y otros de diversas relaciones extramatrimoniales, con hombres con los que al parecer, si había tendido estrecho contacto. María se enteró de que en el Monasterio budista buscaban una mujer que cuidara de un monje enfermo. Ella se ofreció y se quedó allí cuidándolo casi en régimen de internado. Al poco tiempo quedó embarazada y parece ser que atendió al monje en todas sus necesidades. ¿Quién inventó el bulo de la reencarnación? Se supone que el monje para dar una explicación al embarazo de María.

La señora Josefa, que era una mujer muy cabal y con la cabeza en su sitio, nos contó también que ella y otras muchas mujeres de por allí, fueron “requisadas” por Canal Sur para aquella magna entrevista a María. Ella y las demás sintieron curiosidad por ver cómo era Canal Sur y accedieron. Nos contaba Josefa que se quedó espantada viendo las proporciones que estaba tomando el bulo y lo importante que se sentía María ante la expectación que despertaba. Como es natural, Josefa no se atrevió a contar la realidad de los hechos porque –me figuro- la habrían fulminado los interesados en que la mentira fuera tomando cuerpo.

Mi hermana y yo, una vez enteradas de la verdad de aquel suceso, hicimos nuestras reflexiones: “¿Cómo creer por ejemplo en las apariciones milagrosas de Fátima o Lourdes o en tantos milagros que cuenta nuestra religión?

Hemos estado en Capileira hace dos meses y hemos sabido que Osel abandonó el budismo y está ahora en Estados Unidos. Parece ser que siempre le pesó una vida monacal austera, unos estudios difíciles y una total falta de libertad.

Para terminar quiero recordar a Campoamor que decía: “No puedo creer en la historia antigua viendo cómo se escribe la moderna”. Yo añado: “No puedo creer en milagros antiguos, viendo cómo se fraguan los modernos”



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