martes, 30 de octubre de 2012

Paseando por el parque

Autora: María Gutiérrez


Cada mañana, sobre las ocho, a veces un poco más tarde, un joven pasea por el parque acompañado de su mascota un koker de color canela. El pobre animal necesita un paseo antes de que él se vaya a trabajar, así que, inevitablemente cada mañana, aunque de mala gana, acude al parque con gesto somnoliento y refunfuñando. Es una de esas personas que encuentra dificultad para levantarse temprano.

Hace unos días ha reparado en una chica que pasea también por parque acompañada de su perro, un carlino  beig y negro que es una monada. La chica tiene una bonita melena y un cuerpo escultural. Desde entonces salir a una hora temprana ha dejado de ser un sacrificio doloroso para él. El problema estriba en como entablar conversación con ella.

-Nos ignora, tanto a mi perro como a mí-  les comenta les comenta penosamente un día a sus amigos.

- Abórdala, tonto….-

-Sí debo hacerlo- decide. -Entablaré conversación con ella y seguro que nuestros respectivos perros se pelearan-

Cada mañana, la chica acude al parque. Le encanta dar este paseo entre los majestuosos árboles, la suave hierba, saboreando este tiempo de paz y tranquilidad antes de mezclarse con el caótico ruido de la gran ciudad. En general le molesta el gentío, siempre ha sido un poco tímida y muy reservada. Ahora en su mente hay una nueva distracción. El joven con su perro coker, está continuamente en su pensamiento. Su timidez desaparece al hablar de él a sus compañeras de oficina. En su mente se agolpan imágenes de seductores que de una forma u otra han ido apareciendo en su vida. Cree que este chico es un buen seductor.

- A mí me gustan los hombres que sepan intrigarme…Es guapísimo, con un cabello negro un poco alborotado…

-¿Por qué no intentas hablar con él?. 

- No puedo, lo he puesto en práctica y me quedo muda, se me seca la garganta y no me sale  ni una palabra, pero soy optimista se que algún día tendré la ocasión. Por desgracia, el perro de él y el mío, ni tan siquiera se han husmeado mutuamente en ademán de saludo.

Los días siguen pasando, el aire es cada vez más fresco y viene cargado del sonido de los árboles que suspiran al perder sus hojas. Como cada mañana, dos personas van paseando por el parque. La de atrás va admirando la espalda cubierta con el anorak verde que lleva ella. Ésta de pronto aminora la marcha ansiando que su perro que anda suelto, retroceda y le ladre al Koker. -¡¡Ójala fuera el suyo un perro homosexual!!- piensa…

La chica toma de pronto la decisión de su vida. Se para pretendiendo arreglarse la zapatilla como excusa. Nota que el joven se aproxima, ella puede apreciar su aroma. Seguro que llevará puesto sin duda un perfume caro. Le resulta excitante y lo agradece en el alma. Está aprendiendo a ser cada vez más coqueta, a pecar de ingenua, a seducir y a poner en práctica sus trucos. También ella se ha perfumado después de la ducha. Le gusta oler bien y más en estas circunstancias, aunque siempre sin abusar. Un ligero toque es más que suficiente para intentar embriagar a su presa. Al pasar por mi lado, nuestras miradas se han cruzado y he sentido un ligero estremecimiento.

De nuevo llegan las ocho de la mañana de un nuevo día, todo continúa lentamente, aunque el objetivo de los dos es el mismo. Cada uno aparece por el parque en compañía de sus respectivas mascotas  dispuestos a patearlo de una punta a otra y cundo más distraídos iban se encuentran frente  a frente. No saben qué hacer ni qué decir, los dos se quedan embelesados ante este glorioso encuentro. Los perros  aprovechan la ocasión para husmearse en tono pacifico con menos nervios que nosotros y son los que ponen la guinda en el pastel.

He notado en su forma de mirar y en sus escasas palabras que es un buen seductor. El pensará: ¡¡por fin he triunfado!!, pero yo, también he conseguido lo que quería, a un hombre que tiene claro lo que quiere, dejando a un lado el pudor para acercarse a mí. Su método ha sido bueno, ya que en ningún momento ha invadido mi espacio de forma inadecuada.

Esta mañana, ella ha aparecido con un anorak rojo, cree que llamará más la atención y ayudará a  avivar la llama que se ha encendido entre los dos. No piensa en otra cosa, coquetea de forma descarada con él. Solo desea que llegue pronto el día en que caiga rendida en sus brazos. Nuestras mascotas también se han enamorado desesperada y vergonzosamente. Tan enamorados están que a veces  causan problemas en la vía pública. El chico se ha planteado si este fuego no se apaga un poco acudir a algún remedio ya que debido a la entrega que pone el carlino, hay momentos que se teme por su vida quedando exhausto en cada encuentro diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario