jueves, 12 de abril de 2012

Asignatura pendiente

Autora: Rafaela Castro

Eran aquellos años difíciles de los sesenta, cuando Isabel junto a su marido emprendieron el camino de vivir juntos. Los hijos iban allegando así hasta seis. Trabajaron y lucharon de sol a sol, incluso emigraron al extranjero todos para darles a sus vástagos una vida más digna de a que ellos habían tenido.

José, su marido, siempre le decía: ¡mira! no sé como tú lo ves, pero yo lo tengo claro antes de no valerme por mí mismo, me busco una residencia y me voy. Pero siempre pasa lo mismo, una cosa es la teoría y otra la práctica.

Así las cosas, hoy se ve viuda y sola. Ella dice que aún no está muy mal del todo. Sus hijos lo ven así, han decidido que entre una residencia porque allí estará mejor atendida.
Aquí se encuentra hecha un mar de lágrimas despidiéndose de una de sus amigas de toda la vida. A modo de consuelo su amiga la animaba diciéndole: _No te apures que pronto y si puedo me iré al mismo sitio que tú.

La sociedad está así. Casi no pueden atender a sus propios hijos, ¿lo van a hacer con nosotros? Y lo peor es que esto es una cadena y dudo mucho que se rompa.

Estamos tan deshumanizados que hemos llegado a valorar cada día más los objetos antiguos y a las personas mayores, cuánto más lo son menos menos se valoran. El materialismo ha llegado a meterse tanto en nuestro día a día que no tenemos en cuenta que antes de ancianos fueron jóvenes que criaron a sus hijos, en algunas ocasiones a sus nietos.

Dieron tanta importancia al bienestar de su familia que al vida de ellos siempre quedaba en segundo plano. Es triste que después de tanto avatares tengan que sobrevivir con míseras pensiones.
Es una asignatura pendiente la cual tenemos en esta sociedad de consumismo en la cual nos desenvolvernos.

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