domingo, 29 de abril de 2012

Deshumanización

Autora: María Gutiérrez

Por lo general, la llegada de un bebé es para los padres una de las experiencias más profundas que pueden vivir. Con dicho acontecimiento, se contagia toda la familia, irradiando felicidad por el regalo que les ha hecho la vida y lo reciben de la manera más gozosa, llenos de ilusión y alegría. Siempre se ha dicho que es un regalo de Dios.

Desde tiempos remotos hay padres con mala suerte. El destino les tiene preparada una gran faena. Siempre ha habido gente cruel que se toma la libertad de manejar la vida de los demás. Este mundo, contaminado por esta gentuza carente de valores, toman sus propias decisiones, rompiendo el eslabón de una cadena, sacándolos de su entorno familiar como si fueran un paquete, despojándolos de su propia identidad, cortándoles las alas antes de poder echar a volar. La mayor alegría de tu vida, se convierte en tu mayor desgracia.

¿Cómo pueden tener la frialdad de engañar a unos padres diciéndoles que su bebé ha fallecido para así poder entregarlos otros padres a cambio de dinero? ¿Dónde está la dignidad humana?.
Utilizar a hijos de familias que tanto los deseaban, como un derecho de propiedad, un negocio bien rentable, niños a la carta, aquí y ahora…ya…. Una trama de inhumanos bien organizada y todo, por interés material.

La mayoría de las familias se pasan el resto de su vida preguntándose que habría sido de su bebé…porque saben que fue robado a sangre fría y vendido como si fuera un cachorro, pero claro, humano.
Para los amorales y sin corazón, ellos son sólo una simple mercancía que va de mano en mano, aportando grandes beneficios y ningún remordimiento ni escalofríos.
¿Qué síndrome es éste?

domingo, 22 de abril de 2012

Deshumanización

 Autor: Antonio Cobos

Entró disparando a todo lo que se movía. A esa hora la biblioteca estaba en plena efervescencia y los alumnos abarrotaban las mesas de estudio, como era normal en la época de exámenes. Avanzaba despacio, mirando a todos lados, en una mezcla extraña de actividad y sosiego. No gesticulaba, ni ponía especial empeño en dispararle a algo. Simplemente apuntaba a aquello que llamaba su atención y apretaba el dedo. Lo hacía una y otra vez. Todo el mundo huía despavorido o se escondía debajo de las mesas. Eso pareció llamar su atención y se agachó y barrió el suelo con disparos. Se volvió a incorporar y vio a un joven guardia de seguridad que entraba con una pistola en la mano. Un instante después el vigilante yacía en el suelo sin soltar el arma. Siguió avanzando y, casi sin querer, descubrió a una estudiante rubia que intentaba meterse en un espacio libre entre dos armarios. No cabía. La chica quiso fundirse en la madera, camuflarse entre las páginas de un libro. No pudo. No quería mirar, pero lo hizo. Sus ojos verdes encontraron una mirada vacía, un rostro inexpresivo, unos ojos que no parecían mirarla o que miraban más allá de la sala de lectura. Unos ojos que no parecían humanos. Imploró llena de miedo y se encontró una ráfaga como respuesta. En ese momento dos jóvenes corpulentos que salieron de no se sabe donde, cayeron sobre el loco homicida y lo redujeron jugándose la vida. Lo consiguieron.

El criminal era un joven veinteañero, vecino de la ciudad. Desde pequeño había recibido palizas del novio de su madre, una prostituta que dejó de serlo y que volvió a la profesión una vez que su novio dejó de buscar trabajo, harto de verse despedido una vez y otra por culpa del alcohol. No era su padre, aunque al principio le hubiera gustado que lo fuera, a pesar de los golpes. Y poco a poco, sin una causa clara, llegó un momento en que todo le daba igual. No le importaba que el amigo de su madre le pegara, que ésta se ganara la vida vendiéndose en la calle, que le echaran del colegio, que no tuviera amigos. Se blindó a los sentimientos, se hizo de corcho. Vivía medio escondido. Se le empezaron a ocurrir historias extrañas y la última de ellas, acabó en tragedia.

A miles de kilómetros de allí, en un despacho con asientos de piel y muebles de revista un grupo de hombres, viejos en su mayoría, intentaban ponerse de acuerdo en el país al que iban a aplicar sus técnicas de juego. Simplemente buscaban divertirse, ver si eran capaces de doblegar voluntades, de condicionar a gobiernos y a pueblos enteros. También buscaban enriquecerse algo más, pero eso era secundario, ya eran inmensamente ricos. Si uno de ellos era débil o caía en desgracia, lo devoraban como lobos. Sólo los más despiadados tenían cabida en su manada.

A ellos les daba igual la situación en la que entraran las personas concretas, víctimas de sus juegos, les traía sin cuidado que miles de seres humanos se quedaran sin trabajo, que tuvieran que dejar a sus familiares y amigos y que tuvieran que marcharse a una tierra extraña, sin saber el idioma en muchas ocasiones, a trabajar sin papeles en otras, a empezar una vida llena de sacrificio y ahorro. Unas veces solos, dejando atrás parejas e hijos. Otras arrastrando a sus seres queridos. Viviendo a niveles de pura subsistencia. Los más afortunados no se tendrían que marchar, sólo perderían el trabajo y el piso que pagaban, pero podrían quedarse ayudados por los que aún tenían un trabajo, o viviendo de los ahorros de años mientras éstos durasen.

Cuando hayan doblegado a un país, pondrán su vista en otro y seguirán jugando.

viernes, 20 de abril de 2012

Bienvenido a la deshumanización

Autor: Antonio Pérez

La deshumanización puede ser muchas cosas tanto a nivel social, cultural, empresarial, medio ambiental, medicinal, educacional y en casi todos los aspectos de la vida. La tecnología en ella me centraré. La tecnología hoy en día es parte fundamental de nuestra vida, una forma de vida, algo ya imprescindible en nuestros días. Es tal la extensión que un día sin máquinas, ordenadores, domótica no seremos nada.

Hay casas que te hablan y les hablas, que apagan la luz a una orden, que poseen hologramas cuando haces una llamada. Robots que te cocinan solos, teléfonos que son como un ordenador y a través de ellos están en continuo contacto, trabajando, gastando tu tiempo de ocio, educándose, sociabilizándose. Verdaderamente la tecnología nos está volviendo huraños, apáticos, seres de pantalla o incluso casi de ficción, donde verdaderamente nos convencemos que a través de una pantalla, webcam, holograma, podemos ser felices sociabilizándonos.

¿Acaso la gente ha perdido la cordura? Dónde está el abrazarse, el besarse, sentir el olor de cada persona, en hacer mimos, caricias, risas.

Me cuesta creer, pensar que la gente olvida todo lo que siglos de evolución ha costado al ser humano, y que nos diferencia de otros seres, sean capaz de sustituirlo por máquinas ordenadores y tecnología.

No estoy haciendo una crítica en sí a la tecnología, y a que esta en determinados aspectos de la vida nos es necesaria, casi vital. Pero si quiero hacer una llamada a la reflexión.

No quiero ver que cuando vaya a comprar el pan me atienda una máquina sino que sea la vecina de la tienda de abajo la cual muy amablemente me atienda y a muy pesar nos actualice de las novedades del barrio, pero que es tan humano que el día que desaparezca lo echaremos de menos.
El avance de la tecnología va a pasos agigantados nos impide crear empleo. Ahora ya apenas quedan basureros, son todo chóferes de camión profesionales que a través de la tecnología solo tienen que dar un botón y un abrazo extensible recoge el contenedor. Ya no hay apenas agricultores, todo se desarrolla en viveros casi con tecnología donde las plantas no necesitan tierra, sino que están sumergidas en agua con nutrientes.

También no podemos pasar por algo el problema de la contaminación y la pérdida de sostenibilidad que implica ésta. Es un hecho que todo cambia y muy rápidamente.

Las personas dependemos cada vez más de ésta y que poco a poco la tecnología, el progreso, la pasividad, comodidad, pereza… Una vez que nos falte esta tecnología nos aislamos, nos volvemos solitarios, ya no sabemos ni escribir a mano y a nuestros hijos los llaman (Nativos Digitales). Bienvenido a la deshumanización.

viernes, 13 de abril de 2012

Los depredadores

Autora: Carmen Sánchez Pasadas

- ¡Maldita sea!

Fue lo primero que dijo Isabel cuando despertó y miró el reloj. Había dormido mal porque Sofía, su hija de tres años, se había despertado varias veces. Sufría terrores nocturnos y era necesario consolarla cada vez que despertaba llorando y para colmo Reme, la chica interna, se encontraba enferma así que tuvo que levantarse ella.

Mientras se daba una ducha rápida decidió que tomaría café en la oficina, no podía perder más tiempo, esa mañana se reunirían para decidir el contenido de la revista del mes siguiente. Afortunadamente la niña no se había despertado aún. Por otro lado Alberto, su marido, ya se había marchado. Él también esperaba un día ajetreado en el banco, según le contó la noche anterior, aunque estaba tan cansada que no le prestó demasiada atención. Le inquietó que Reme no se hubiera levantado. ¿Seguiría enferma? Bueno no sería nada importante –pensó- seguro que podría hacerse cargo de Sofía. Al tiempo que pensaba esto llamó a la puerta de la criada y abrió sin esperar respuesta.

- Reme tengo que irme. ¿Cómo te encuentras?

- Un poco mareada, pero creo que estoy mejor- respondió desde la cama.

-¿Podrás encargarte de Sofía?- la pregunta realmente sonaba a orden- Llego tarde a la oficina- continuó
.
- Si, si, ya me levanto- dijo la muchacha con voz débil.

Si bien, Isabel no lo percibió ni tampoco observó la marcada palidez y las ojeras que rodeaban los ojos de la chica.

Reme llevaba varios días nerviosa. Era incapaz de comer desde hacía una semana, cuando se enteró de lo que iba a suceder y finalmente la noche anterior se desvaneció un instante en la cocina, pero nadie en la casa lo advirtió. Ella se excusó diciendo que estaba indispuesta. Era mejor así, porque no podía perder el trabajo. Aunque no le gustaba estar interna, fue lo único que encontró cuando a Juan lo despidieron de la cafetería, un año atrás. Durante ese tiempo él trabajó en varias ocasiones pero pocos días y mal pagados y con lo que ella ganaba no les llegaba para pagar los recibos y vivir mínimamente. La situación que atravesaban los estaba llevando a la desesperación. Pero en esta casa –se decía a sí misma- nadie estaba interesado en sus problemas hasta que la angustia pudo más que ella, aún así, no comentó nada.

Mientras Reme se quedaba con Sofía y sus pensamientos, Isabel por su parte se dirigía a la oficina. Era la directora de una revista de actualidad que contra todo pronóstico había incrementado la tirada en los últimos meses. Estaba satisfecha y el grupo editorial para el que trabajaba también, y se lo había demostrado con un reparto de beneficios considerable.

El gusto exquisito de sus lectores se veía complacido mensualmente con las sugerencias “más chic” de escapadas inolvidables de fin de semana (ya que los clientes tenían mucho dinero, pero poco tiempo libre, por lo que estas propuestas tenían muy buena acogida), también solían publicar sobre las últimas investigaciones en tratamientos antiedad, antiestrés y similares, además siempre había cabida para todo lo que tuviera que ver con el estilismo más innovador. Pero, sin duda, lo que diferenciaba a esta publicación de otras era las entrevistas a grandes personalidades del momento, triunfadores en distintos ámbitos con gran prestigio social que compartían sus confidencias con los lectores. La imagen de estas celebridades en las portadas dispararon las ventas.

Esa mañana, cuando entró en el despacho, la secretaria le comunicó, entre otros muchos asuntos, la confirmación de la reserva del hotel, en el que ella estaba tan interesada, para sus próximas vacaciones. Afortunadamente todo no iba a salir mal ese día –pensó.

Normalmente antes de iniciar la reunión con el resto del equipo, Mónica, la subdirectora, y ella intercambiaban impresiones sobre los temas previstos. Era habitual también cierta discrepancia entre ambas, porque su colaboradora insistía en incluir algún artículo de contenido social, argumentaba que no podían dar la espalda a la realidad. Pero Isabel lo tenía claro, la misión de la revista no era despertar la conciencia de la sociedad con reportajes desgarradores, para eso ya estaban los periódicos, ellos tenían que satisfacer el interés de los lectores con ideas creativas de ocio, entendido éste como consumo. Por eso tenían tan buena aceptación los reportajes de viajes, las ofertas outlets de marcas exclusivas, las ventajas del Iphone 4 o las recomendaciones de los restaurantes más cotizados.

En esa ocasión quería incorporar una entrevista realizada a un catedrático de economía, de moda por sus ideas progresistas, que denunciaba en un estudio pormenorizado como la injerencia de los mercados, en general y la política de la Unión Europea en concreto, estaba llevando a las familias de renta media/baja al empobrecimiento de forma vertiginosa. Isabel reconocía la calidad del trabajo realizado por la subdirectora, pero se reafirmó en las directrices marcadas por la editorial con el siguiente comentario:

- ¿Recuerdas el artículo que incluimos en febrero sobre la actuación de varias ONGs para paliar la hambruna declarada en el Cuerno de África? Pues para la mayoría de nuestros lectores pasó totalmente desapercibida, mientras que el que se refería a Cibeles Fashion Week arrasó, sólo por ponerte un ejemplo.

- Es cierto – comentó Mónica- pero hay que tener en cuenta que el trabajo quedó reducido a una página casi al final de la revista y todos sabemos que sin fotos impactantes el público no lee. Si –continuó – ya se que maquetación no pudo hacer otra cosa, pero quedó muy limitado, tienes que reconocerlo.

- La realidad te guste o no, es que estos temas no venden – dijo Isabel y añadió- quizás te sentirías más cómoda trabajando en otra publicación, más acorde con tus expectativas.

La subdirectora se quedó petrificada con este comentario y entendió que no debía insistir. Su jefa consideró que quizás había sido demasiado cortante y para relajar la tensión entre las dos añadió:

- Bueno, veamos que tiene el resto del grupo y ya decidiremos.

La reunión se desarrolló según lo previsto y decidieron incluir una breve reseña de la entrevista que Mónica había preparado. Ciertamente la directora no quería prescindir de ella, era una excelente profesional y sólo requería una reorientación acorde con la política de la empresa. El resto de la jornada transcurrió sin novedad.

Al final de la tarde cuando Isabel llegó a casa, Reme estaba viendo las noticias de una cadena local. Al instante, la asistenta apagó la televisión y tras un breve saludo se metió en la cocina. A Isabel le pareció que había estado llorando, pero como siempre era tan reservada no le quiso preguntar nada. Saludó a Sofía, que ya estaba acostada y se acomodó en la sala esperando que llegara Alberto, momentos después estaban saboreando una copa de vino antes de cenar. Como cualquier otra noche, durante la comida la pareja comentaba los acontecimientos del día. Ella relató a su marido la conversación mantenida con la subdirectora y él comentó que esa chica tenía mucho que aprender si quería triunfar, pero que no se preocupara porque ya se daría cuenta por sí misma. Entonces Isabel hizo un brindis por las próximas vacaciones en aquel hotel que tanto les había gustado el año anterior. Alberto tras el brindis dijo que estaban de enhorabuena porque había sido un día muy provechoso. Esa mañana el banco había desahuciado a otro infeliz que no podía pagar la hipoteca. Aunque a media mañana hubo un poco de jaleo causado por unos desgraciados que se manifestaron ante la entidad bancaria con pancartas y pitadas, bastó la presencia policial y cerrar momentáneamente las puertas hasta que se disolvieron para volver a la normalidad. Y lo mejor de todo- continuó- es que Campos, el de las subastas inmobiliarias, me ha comentado que ya tiene el piso colocado y gracias a mi diligencia me llevaré un buen porcentaje sobre el precio de adjudicación.

Reme salía y entraba a la sala desde la cocina y oyó la conversación que mantenían. Al oír las últimas palabras de Alberto se paró y se volvió hacia ellos diciendo:

-Resulta que ese desdichado al que han desahuciado es mi marido, –y continuó:- Desde hoy la vivienda que hemos estado pagando con tanto esfuerzo y hemos perdido, es sólo un buen negocio para usted. Me marcho no puedo seguir respirando el mismo aire que ustedes.

- Pero Reme – dijo Isabel- ¿por qué no me lo dijiste? Seguramente Alberto podría haberlo retrasado un mes o dos. Además –siguió diciendo- ¿Qué vas a hacer ahora?

- Respiraré aire limpio cuando salga de esta casa, porque aquí todo está podrido –dijo mientras salía sin mirar atrás.

Sólo una cosa la entristecía: Sofía, la niña, quedaba indefensa ante esos depredadores. Pero cuando salió a la calle, sintió que un gran peso se le quitaba de encima, empezó a caminar y una sonrisa apareció en su rostro.

jueves, 12 de abril de 2012

Injusto

Autora: Elena Casanova Dengra
Hemos dado a la banca lo suficiente
para acabar con el hambre 92 veces.

_ Ven Laura… siéntate aquí.

_ No te preocupes… aquí estoy bien…

_ ¡Que no, que no, Laura! ¿Cómo te vas a sentar al lado de los hombres que son tan aburridos? Ellos sólo saben hablar de fútbol y poco más… Vente aquí, a mi lado, podremos charlar de temas mucho más interesantes.

Laura y Pablo habían aceptado con desgana la invitación de unos conocidos a los que no veían desde hacía muchísimo tiempo y que habían encontrado casualmente un fin de semana en la playa. Comer en su casa fue uno de esos compromisos ineludibles, ante la insistencia de la pareja. Vivían en la misma ciudad y no tenían excusa posible.

_ En fin Laura espero que te guste la comida que he preparado. No sé si recuerdas que a mí la cocina se me hace un poco cuesta arriba. Es una receta que me dio mi cuñada y nunca la había hecho.

_ Seguro que está riquísima. En cuanto la pruebe te digo…. Por cierto, me gusta tu corte de pelo.

_ ¿No conoces la nueva peluquería que han abierto al lado de la plaza del ayuntamiento? Es estupenda… te la recomiendo. ¡Ah!, mientras esperaba ayer, cogí una revista y me enteré de un asunto muy triste. ¿Sabes? esa actriz, protagonista principal de la serie que ponen los jueves por la noche en canal Sur, es que no recuerdo su nombre... ¿sabes de quién te hablo?

_ En realidad no…es que apenas veo la tele.

_ Sí que la tienes que conocer, es joven, unos veintitantos y rubia, ¡guapísima! la pobre, ¡qué disgusto! En las fotos tenía un aspecto lamentable, con una carita de pena… ¡Ay hija! No sé. Con la ilusión que tenía... es que estas cosas no deberían suceder y por lo visto ya no podrá intentarlo más porque la han operado.

_ Sigo sin saber de quién se trata... Pero...

_ Que sí mujer, que sí… seguro que sabes quién es... Por lo visto la pobre ha estado casi un año intentando tener un hijo y cuando por fin se ha quedado embarazada, ¡pobrecita mía! ha sufrido un aborto y le han tenido que quitar la matriz por no sé qué problema. De cinco meses, de cinco meses que estaba ya…. ¡qué tragedia! He pasado toda la noche pensando en cómo lo estará pasando. Y la criaturita, la pobre criaturita que ni siquiera ha tenido la oportunidad de nacer… es injusto, muy injusto. En fin... Pero Laura… ¡come, come! ¿Quieres un poco más de vino?

_ Siempre se puede adoptar… Hay muchos niños que necesitan unos…

_ ¡Pero mujer! ¿Cómo va a ser lo mismo? ¡Que te digo yo que no…! ¡Como un hijo biológico… te digo yo que no hay nada!

_ Bueno… no estoy muy de acuerdo…

_ ¡Antoñito, hijo! ¿Quieres quitar eso de la tele ahora mismo? No lo entiendo, de verdad, siempre lo mismo. Cuando más a gusto estamos nos colocan estas imágenes. Pobrecillo el negrito ese tan delgado y con esa cara… pero hija es que siempre nos los cuelan a la misma hora. ¡Antoñito que te he dicho que cambies el canal! Bastantes disgustos y problemas tenemos ya para ahora tener que aguantar estas imágenes también. Y a la hora de la comida. El solomillo se me va a indigestar. Yo es que no lo entiendo, esas mujeres no saben hacer otra cosa, parir y parir niños que se les muere al poco tiempo. Yo creo que están inmunizadas contra la muerte… Deben estar acostumbradas…

_ No creo que la cuestión sea esa…

_ ¡Por fin! Menos más… otro canal. Y como te venía diciendo esta pobre mujer, tan joven, tan guapa, sin posibilidades de ser madre… ¡No tiene sentido, ningún sentido…! ¡Qué crueldad!

Laura y Pablo salieron de la casa tan pronto como pudieron, ideando la excusa más absurda que se les ocurrió. Aguantaron estoicamente un café después de la comida pero no habrían soportado prolongar la sobremesa más allá. Al subir al coche a los dos se les encendió una luz coincidiendo en lo mismo: al día siguiente lo primero que harían sería cambiar el número de teléfono. Se quedaron más tranquilos al comprobar también que ninguno de los dos había mencionado la dirección de su domicilio porque cambiar de casa habría sido algo más complicado.

Asignatura pendiente

Autora: Rafaela Castro

Eran aquellos años difíciles de los sesenta, cuando Isabel junto a su marido emprendieron el camino de vivir juntos. Los hijos iban allegando así hasta seis. Trabajaron y lucharon de sol a sol, incluso emigraron al extranjero todos para darles a sus vástagos una vida más digna de a que ellos habían tenido.

José, su marido, siempre le decía: ¡mira! no sé como tú lo ves, pero yo lo tengo claro antes de no valerme por mí mismo, me busco una residencia y me voy. Pero siempre pasa lo mismo, una cosa es la teoría y otra la práctica.

Así las cosas, hoy se ve viuda y sola. Ella dice que aún no está muy mal del todo. Sus hijos lo ven así, han decidido que entre una residencia porque allí estará mejor atendida.
Aquí se encuentra hecha un mar de lágrimas despidiéndose de una de sus amigas de toda la vida. A modo de consuelo su amiga la animaba diciéndole: _No te apures que pronto y si puedo me iré al mismo sitio que tú.

La sociedad está así. Casi no pueden atender a sus propios hijos, ¿lo van a hacer con nosotros? Y lo peor es que esto es una cadena y dudo mucho que se rompa.

Estamos tan deshumanizados que hemos llegado a valorar cada día más los objetos antiguos y a las personas mayores, cuánto más lo son menos menos se valoran. El materialismo ha llegado a meterse tanto en nuestro día a día que no tenemos en cuenta que antes de ancianos fueron jóvenes que criaron a sus hijos, en algunas ocasiones a sus nietos.

Dieron tanta importancia al bienestar de su familia que al vida de ellos siempre quedaba en segundo plano. Es triste que después de tanto avatares tengan que sobrevivir con míseras pensiones.
Es una asignatura pendiente la cual tenemos en esta sociedad de consumismo en la cual nos desenvolvernos.