lunes, 30 de enero de 2012

2ª parte de "A mi me da igual, me da lo mismo!


Autora: Carmen Sánchez Pasadas

Seguramente siguiendo los consejos de sus amigos, decidió ir al teatro con ellos sin que Jorge la acompañara. Varias veces se lo había propuesto, pero él siempre lo descartaba y últimamente ya ni se lo proponía. Aunque le costó decidirse, finalmente, se alegró porque la representación fue magnífica y todos disfrutaron de una velada espléndida.
Varias semanas después el grupo había conseguido entradas para el ballet ruso de gira por el país. Elena esta vez no lo pensó, había decidido ir y sólo por cortesía le preguntó  a Jorge si también iría, sin importarle la negativa rotunda de él.

Imperceptiblemente, algo estaba cambiando en su interior, se sentía más segura. Era consciente del sacrificio que había realizado durante tantos años por los hijos o por la armonía familiar, pero ahora necesitaba más espacio para ella misma y deseaba atender sus necesidades sociales y culturales. También sabía que Jorge no participaba de sus ideas, incluso las desacreditaba abiertamente, pero ya no le importaba.
Por otro lado la mortificaba el ejemplo de su madre. Una mujer abnegada y triste sometida a la autoridad del padre, quien jamás reconoció su valía y esfuerzo por sacar a la familia adelante, incluso en los tiempos más difíciles.  Ciertamente algo estaba cambiando dentro de ella, porque hasta entonces, no se le hubiera ocurrido reconocer la realidad de la vida de la madre, simplemente la aceptaba como algo normal. Elena  se veía reflejada en ella y cada vez tenía más claro que no le gustaba ese papel.
Por otro lado, no sabría decir cuando empezó esta apatía en casa, sin saber como sus hijos habían crecido y su marido se había convertido en un extraño, poco a poco la distancia entre la pareja se fue acrecentando hasta crear un abismo insalvable. Simultáneamente se iba encontrando cada vez más a gusto con sus amigos. Compartir aficiones e intercambiar opiniones con ellos era muy fácil y agradable.

Pasaron varios meses hasta que Luis, un amigo de alguien del grupo, empezó a frecuentar las reuniones. Se había separado recientemente, pero no hablaba del tema. Era muy educado y si bien al principio parecía reservado, pasados unos días se veía más distendido. Se integró sin ninguna dificultad y para todos fue evidente, desde el principio, la afinidad entre Elena y él. Ambos compartían gustos y se notaba que disfrutaban mutuamente de su compañía. Ella valoraba el trato respetuoso y distinguido mientras que por su parte aportaba un carácter  sereno y cordial.

Progresivamente fue cambiando su comportamiento. Pasaba mucho tiempo fuera de casa y cuando estaba se la veía distraída, ajena a los comentarios del marido. También empezó a frecuentar la compañía de su madre, iban de compras o salían a merendar. Estos momentos estrecharon más su cariño.

Un buen día Elena hizo la maleta y se marchó de casa. Ya no soportaba los desplantes de Jorge, quien parapetado en su arrogancia no aceptaba que su mujer lo abandonara.





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