Autora: Carmen Sánchez Pasadas
Seguramente
siguiendo los consejos de sus amigos, decidió ir al teatro con ellos sin que
Jorge la
acompañara. Varias veces se lo había propuesto, pero él
siempre lo descartaba y últimamente ya ni se lo proponía. Aunque le costó
decidirse, finalmente, se alegró porque la representación fue magnífica y todos
disfrutaron de una velada espléndida.
Varias semanas
después el grupo había conseguido entradas para el ballet ruso de gira por el
país. Elena esta vez no lo pensó, había decidido ir y sólo por cortesía le
preguntó a Jorge si también iría, sin
importarle la negativa rotunda de él.
Imperceptiblemente,
algo estaba cambiando en su interior, se sentía más segura. Era consciente del
sacrificio que había realizado durante tantos años por los hijos o por la
armonía familiar, pero ahora necesitaba más espacio para ella misma y deseaba
atender sus necesidades sociales y culturales. También sabía que Jorge no
participaba de sus ideas, incluso las desacreditaba abiertamente, pero ya no le
importaba.
Por otro lado la
mortificaba el ejemplo de su madre. Una mujer abnegada y triste sometida a la
autoridad del padre, quien jamás reconoció su valía y esfuerzo por sacar a la
familia adelante, incluso en los tiempos más difíciles. Ciertamente algo estaba cambiando dentro de
ella, porque hasta entonces, no se le hubiera ocurrido reconocer la realidad de
la vida de la madre, simplemente la aceptaba como algo normal. Elena se veía reflejada en ella y cada vez tenía más
claro que no le gustaba ese papel.
Por otro lado, no
sabría decir cuando empezó esta apatía en casa, sin saber como sus hijos habían
crecido y su marido se había convertido en un extraño, poco a poco la distancia
entre la pareja se fue acrecentando hasta crear un abismo insalvable.
Simultáneamente se iba encontrando cada vez más a gusto con sus amigos.
Compartir aficiones e intercambiar opiniones con ellos era muy fácil y agradable.
Pasaron varios
meses hasta que Luis, un amigo de alguien del grupo, empezó a frecuentar las
reuniones. Se había separado recientemente, pero no hablaba del tema. Era muy
educado y si bien al principio parecía reservado, pasados unos días se veía más
distendido. Se integró sin ninguna dificultad y para todos fue evidente, desde
el principio, la afinidad entre Elena y él. Ambos compartían gustos y se notaba
que disfrutaban mutuamente de su compañía. Ella valoraba el trato respetuoso y
distinguido mientras que por su parte aportaba un carácter sereno y cordial.
Progresivamente
fue cambiando su comportamiento. Pasaba mucho tiempo fuera de casa y cuando
estaba se la veía distraída, ajena a los comentarios del marido. También empezó
a frecuentar la compañía de su madre, iban de compras o salían a merendar. Estos
momentos estrecharon más su cariño.
Un buen día Elena
hizo la maleta y se marchó de casa. Ya no soportaba los desplantes de Jorge,
quien parapetado en su arrogancia no aceptaba que su mujer lo abandonara.
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